Contar las maravillas de Dios es como poner la mirada frente al cielo y pretender contar las estrellas. ¿Te imaginas cuántas estrellas deben haber en el universo? Es una cantidad inmensa, que ningún humano puede contar y de la misma manera solo podemos decir fragmentos de las maravillas que hace Dios, porque así como las estrellas son incontables las maravillas de Dios también.
Cuando meditamos en sus obras nos damos cuenta de que nuestra mente humana se queda corta para dimensionar su grandeza. Cada amanecer, cada respiro, cada flor que brota en el campo es un recordatorio de que Dios sigue obrando de manera perfecta. Es como si cada detalle de la creación gritara en silencio: “¡Dios existe y su poder es infinito!”.
Dios es el más grande, más grande que cualquier ser existente o que haya existido, es incomparable en poder, Él es quien controla todas las cosas y todo lo que respira, todo lo que se mueve existe porque Él existe. ¿Sabes qué quiere decir esto? Esto quiere decir que el vaso de agua que te tomaste esta mañana te lo pudiste tomar porque Dios es grande.
El hecho de que todo esté en orden, que el sol salga cada día y que el universo se mantenga estable, no es casualidad. Es el resultado de un Dios soberano que tiene dominio absoluto sobre lo visible y lo invisible. A veces pasamos por alto cosas tan sencillas como la lluvia o el viento, pero detrás de cada fenómeno natural está el poder de un Creador que sostiene todo con sus manos.
El profeta Isaías también les habló de la grandeza de Dios al pueblo de Israel, diciendo:
12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?
13 ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?
14 ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?
15 He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.
Isaías 40:12-15
Este texto nos da detalle de lo poderoso que es nuestro Dios. Dios no es frágil como nosotros, su poder no es limitado, Él no depende del tiempo y del espacio, el universo no es grande comparado con Él, ¿acaso hay algo difícil o imposible para Dios? Te explico un poco sobre quién es Dios:
Cuando Isaías describe a Dios como aquel que mide las aguas con la palma de su mano, está mostrando un lenguaje poético que nos ayuda a entender la inmensidad de su poder. Ningún científico, filósofo o gobernante ha tenido jamás el control que Dios tiene. Las naciones, por muy poderosas que sean, son como polvo frente a su presencia.
Así dice el SEÑOR: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que podríais edificarme? ¿Dónde está el lugar de mi reposo?
Isaías 66:1
¡Dios es muy poderoso! Y esto no es un cuento de Marvel, tampoco se trata de los X-Men, ¡No amigo mío! Nuestro Dios es real y su poder supera todas las potencias de la tierra. Ese es el Dios al que servimos, y su poder es ilimitado, nadie le puede enseñar, nadie es lo suficientemente sabio como para decirle a Dios qué hacer.
En la Biblia encontramos numerosos testimonios de su poder: abrió el Mar Rojo, derribó los muros de Jericó, detuvo el sol en los días de Josué y resucitó a Lázaro de entre los muertos. Todos estos hechos son pruebas visibles de que nada ni nadie puede resistirse a su voluntad. Incluso en nuestra vida diaria, cuando pensamos que no hay salida, Dios abre caminos donde antes solo había desiertos.
Si nos detenemos a reflexionar, nos daremos cuenta de que todo lo que disfrutamos proviene de Él. Desde el aire que respiramos hasta la salvación que nos ofrece en Cristo Jesús, todo está bajo el control de su amor y su grandeza. El ser humano, con todo su conocimiento y tecnología, jamás podrá alcanzar la perfección de la obra divina.
Este artículo es una buena partida para saber quién es Dios, lo que Él puede hacer y cómo aquellas cosas imposibles para nosotros son posibles para Él.
En conclusión, reconocer la grandeza de Dios no solo nos lleva a admirarle, sino también a confiar plenamente en Él. Las maravillas que hace son tan infinitas como las estrellas, y aunque jamás podamos contarlas todas, sí podemos dar testimonio de su poder en nuestras vidas. Cuando enfrentes dificultades, recuerda que sirves al Dios que tiene el cielo como trono y la tierra como estrado de sus pies. Ese Dios grande y poderoso sigue obrando hoy, y sus maravillas nunca dejarán de sorprendernos.