Lámpara a nuestros pies es la Palabra de Dios

La vida del creyente está llena de retos, decisiones importantes y momentos en los cuales sentimos que no sabemos qué camino tomar. En medio de esas dudas y circunstancias, los cristianos no caminamos solos ni a oscuras, sino que contamos con una guía segura y confiable: la Palabra de Dios. Ella es esa luz que ilumina nuestro sendero y que nos muestra la dirección correcta, evitando que tropecemos y nos perdamos. Tal como un viajero necesita de una lámpara en la oscuridad de la noche, el hijo de Dios requiere de las Escrituras para avanzar con seguridad en su camino espiritual.

Nosotros como cristianos necesitamos algo que nos ilumine en nuestro largo caminar y esa iluminación que tanto necesitamos se llama la Palabra de Dios. Es muy similar al pueblo de Israel cuando iba en el desierto, ellos eran guiados por el mismo Dios a través de una columna de nubes y otra de fuego. A diferencia de ellos, nosotros tenemos la poderosa Palabra de Dios, la cual es útil para cualquier obra que vayamos a emprender.

En el salmo 119: 105 dice:

Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.

Esta es una buena declaración. El salmista está diciendo aquí que todo lo que hace es bajo la Palabra de Dios, cada paso que da, cada movimiento y nosotros tenemos que hacer lo mismo, puesto que nosotros los hombres tendemos a fallar y lo único que nos hace estar en lo correcto es la Palabra de Dios, ella siempre nos encaminará por el mejor lugar o más bien, por el lugar correcto.

Si observamos la vida diaria, veremos cómo muchas personas caminan sin rumbo, confiando en sus propios pensamientos o en los consejos que el mundo les ofrece. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que tarde o temprano esas decisiones sin la guía de Dios terminan en dolor o frustración. En cambio, el creyente que se apoya en la Palabra siempre tendrá dirección y firmeza, porque sus pasos estarán cimentados en una verdad eterna.

En una ocasión Pedro hizo una declaración muy parecida frente a Jesús, cuando él pronunció:

Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Juan 6:68

Este pasaje nos recuerda que fuera de Cristo no hay esperanza ni respuesta duradera. Pedro entendía que la sabiduría humana es limitada y pasajera, pero que la Palabra de Jesús ofrece vida abundante y eterna. De la misma manera, cada creyente hoy debe reconocer que no hay otro lugar a dónde acudir cuando necesitamos dirección. Ningún consejo humano, por más sabio que parezca, puede compararse con la certeza que ofrecen las Escrituras.

Existen muchas palabras dichas por grandes filósofos griegos, por grandes emperadores, pero ninguna de estas palabras han sido luz a nuestros caminos y ninguna de ellas poseen vida eterna, sin embargo, la Palabra de Dios está llena de eternidad y nos ayuda en cualquier momento de nuestras vidas.

Cuando enfrentamos dificultades, dudas o pruebas, es precisamente la Palabra la que se convierte en refugio. Ella nos enseña a confiar en Dios, a esperar en sus promesas y a mantenernos firmes en la fe. Cada versículo tiene el poder de renovar nuestras fuerzas, de darnos ánimo cuando sentimos que todo está perdido y de recordarnos que el Señor nunca abandona a los que confían en Él.

Andemos como hijos de luz, refugiados bajo su Palabra y de esta manera no andaremos en medio de la oscuridad sin ver lo que está delante o que viene detrás, sino que Su Palabra nos guiará a toda justicia y verdad porque su Palabra es Verdad.

No nos creamos ese cuento de que la Palabra de Dios es aburrida, puesto que no es así. Les invitamos a leerla, a estudiarla y les aseguramos que todo será mejor.

Cada vez que abrimos la Biblia, encontramos consejos prácticos para la vida, mensajes de consuelo en medio de la tristeza y advertencias que nos previenen del mal. Además, la Palabra nos conecta directamente con la voluntad de Dios, haciéndonos comprender que su plan siempre es perfecto y que su propósito es llevarnos a una vida plena. Por ello, debemos leerla no como un libro más, sino como el manual de vida que nos conduce a la salvación.

En conclusión, la Palabra de Dios no es un simple texto religioso ni una colección de historias antiguas. Es la voz misma de Dios hablándonos al corazón y mostrándonos la ruta que debemos seguir. Así como el salmista declaró que era lámpara para sus pies, hoy nosotros podemos hacerla nuestra guía constante. Que cada decisión, cada paso y cada proyecto estén iluminados por la luz de las Escrituras, y así nunca caminaremos en oscuridad, sino en la claridad de la verdad eterna.

La maldad de los hombres
No hay justo, ni aun uno