En medio del caos y la confusión que vivimos en el mundo actual, es común que muchas personas se pregunten dónde está Dios. Aunque la mayoría de los cristianos confían en la promesa de que el Señor nunca abandonará a su pueblo, hay momentos en los que algunos sienten que su fe tambalea porque no logran percibir su presencia o su amor. Este cuestionamiento no es extraño, y muchos creyentes lo han experimentado a lo largo de la historia.
De aquí surge una pregunta que suele inquietar a muchos: ¿es normal ser cristiano y, aun así, tener ocasiones en las que no se siente a Dios? La respuesta es que sí, es algo que puede suceder en la vida espiritual y que no debe interpretarse como señal de falta de fe, sino como parte del proceso de maduración en la relación con Él.
¿Es normal?
La Biblia enseña que debemos vivir por fe y no por vista. En Hebreos 11:1 encontramos la definición más clara: «La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Esto significa que la fe no depende de lo que percibimos con los sentidos ni de lo que sentimos emocionalmente, sino de la confianza en lo que Dios ha dicho.
Incluso los grandes hombres y mujeres de fe atravesaron momentos de debilidad. El rey David, por ejemplo, experimentó etapas en las que sentía que Dios lo había olvidado. En el Salmo 13 expresó con sinceridad su clamor en medio de la angustia:
1 ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?2 ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
Con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?3 Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;4 Para que no diga mi enemigo: Lo vencí.
Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.Salmos 13:1-4
Aun el Señor Jesús pasó por un momento en que no sintió la cercanía de su Padre, cuando cargaba sobre sí el peso del pecado del mundo. Así lo expresó en la cruz:
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Mateo 27:46
La fe que sobrepasa las emociones
Por lo tanto, es normal que los cristianos no siempre puedan sentir a Dios. La vida espiritual no se fundamenta en emociones pasajeras; nuestra fe va más allá de lo que sentimos en un momento determinado. Las emociones cambian constantemente, pero la Palabra de Dios permanece para siempre, y esa debe ser la base de nuestra confianza.
El mismo David, después de haber clamado con desesperación, reafirmó su confianza en el Señor:
5 Mas yo en tu misericordia he confiado;
Mi corazón se alegrará en tu salvación.6 Cantaré a Jehová,
Porque me ha hecho bien.Salmo 13:5-6
Los hijos de Coré también aprendieron a luchar contra la tristeza y la angustia usando su fe como ancla firme:
9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?11 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.Salmo 42:9-11
Confía en Dios, no en los sentimientos
Amigos, debemos aprender a confiar en Dios y no en nuestras emociones. Aunque en ciertos momentos no logremos sentirlo, especialmente en medio de las pruebas, Él siempre está con nosotros, cumpliendo su promesa de no dejarnos ni desampararnos. Nuestra fe debe descansar en sus palabras y en su fidelidad, no en lo que percibimos.
Sentir a Dios puede ser un regalo maravilloso, pero no es el fundamento de nuestra vida cristiana. La verdadera fe se mantiene firme aun en medio del silencio, porque sabe que el Señor siempre está presente, trabajando a favor de quienes le aman.