Hoy en día nos encontramos con gran cantidad de personas que no creen que Jesús puede libertar de cualquier enfermedad, pero si nos vamos a unos cuantos versos de la Biblia encontraremos un sin número de milagros que Jesús hizo.
29 Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud.
30 Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: !!Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
31 Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: !!Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
32 Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
33 Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
34 Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.
Mateo 20:29-34
Aquí nos explica el libro de Mateo, que cuando Jesús salió de Jericó, le seguía una gran multitud. Dice que dos ciegos estaban sentados en el camino, y que cuando escucharon que Jesús estaba pasando por el camino, ellos a gran voz, comenzaron a gritar el nombre de Jesús, ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y no cesaron de decir, ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Dando a entender que ellos sabían que Jesús era el libertador, era quien podía sanarlos de su ceguera.
Estos dos ciegos no cesaban de llamar a Jesús, y cuando supieron que Jesús se detuvo para escucharlos, entonces callaron. Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? entonces ellos dijeron Señor, que sean abiertos nuestros ojos. Entonces Jesús, complacido les tocó los ojos, y dice que enseguida ellos recibieron la vista.
Pero si seguimos leyendo más abajo dice: Que ellos le siguieron, después que sus ojos fueron abiertos. Aquí podemos ver que estos ciegos tenían una gran necesidad, y era que sus ojos fueran abiertos por Jesús. Pero esto no se detuvo ahí, sino que aquellos hombres tuvieron fe y creyeron, que aquel hombre llamado Jesús, los podía sanar de su enfermedad.
Lo importante que podemos ver de estos hombres fue que ellos siguieron a Jesús, no se quedaron en el lugar, sino querían seguir al lado de Jesús, porque ellos vieron que estando con Jesús podían seguir teniendo paz en su alma.
Y estas señales que Jesús hizo nos ayudan cada día a seguir confiando en Él, también seguir aumentando nuestra fe en el Señor. Es bueno que siempre confiemos, que el Señor lo puede todo y que nada es imposible para Él, estos dos ciegos nunca pensaron que ese día recibirían la vista, pero Jesús llegó a sus vidas ese día, y a estos hombres la vida les cambió de tal manera que siguieron a Jesús.
Estos hombres no fueron como aquellos diez leprosos, que siendo sanados, solo uno se devolvió a dar Gloria a Dios, mas los otros nueve que recibieron el milagro, no dieron gloria a Dios.
Es bueno ser agradecidos de Dios, no porque recibamos un milagro, sino que demos gracias a Dios por todas las cosas buenas y malas que puedan venir a nuestras vidas.
Este pasaje nos deja varias enseñanzas prácticas. En primer lugar, vemos la perseverancia de los ciegos, que a pesar de la oposición de la multitud, no dejaron de clamar. Esto nos recuerda que en nuestra vida también debemos insistir en la oración y no desmayar, aunque otros intenten desanimarnos. Jesús siempre escucha al corazón sincero y dispuesto a buscarlo.
En segundo lugar, se resalta la fe. Estos hombres creían firmemente que Jesús era capaz de devolverles la vista. Muchas veces nuestras propias dudas limitan lo que Dios puede hacer en nosotros. La fe genuina, acompañada de acción, abre las puertas a los milagros.
Otra enseñanza poderosa es el agradecimiento. Ellos no solo recibieron la vista, sino que también decidieron seguir a Jesús. El verdadero milagro no se queda en lo físico, sino en la transformación espiritual. Esto nos motiva a ser agradecidos no solo por lo que Dios nos da, sino porque nos invita a caminar con Él todos los días.
Este relato también nos invita a reflexionar en nuestra actitud frente a los problemas. ¿Acudimos a Jesús en medio de las dificultades? ¿Somos constantes en buscarlo? La vida cristiana no está exenta de luchas, pero en Cristo siempre tenemos esperanza y respuestas.
Conclusión
La historia de los dos ciegos de Jericó es un recordatorio de que Jesús sigue teniendo poder para sanar, restaurar y transformar vidas. Ellos recibieron la vista física, pero también recibieron la luz espiritual al seguir a Jesús. Así como ellos, nosotros también podemos acudir a Él con fe, perseverancia y gratitud, confiando en que nada es imposible para Dios. Que este pasaje fortalezca nuestra fe y nos inspire a seguirle cada día con un corazón agradecido y dispuesto a obedecer.