Reflexión de cómo debemos instruir a nuestros hijos en el camino.
Instruye al niño en su camino,
Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.Proverbios 22:6
Hoy en día podemos ver como los niños están siendo enseñados en diversas cosas que los conllevan a desobedecer tanto a la ley como a cada una de las personas que tienen a su alrededor. La influencia de la sociedad moderna, de la televisión, de los medios digitales e incluso de los mismos hogares, muchas veces no está guiando hacia lo correcto. En lugar de formar ciudadanos responsables y temerosos de Dios, se están promoviendo valores equivocados que terminan alejando a los pequeños de los principios eternos de la Palabra.
La Biblia nos enseña que nosotros como padres debemos enseñar a nuestros hijos a seguir los caminos del Señor, que les instruyamos en lo bueno y no en lo malo, como tristemente ocurre en estos tiempos. Hay padres que, por descuido o por ignorancia, permiten prácticas dañinas en el hogar, como dar bebidas alcohólicas a los hijos, permitirles consumir contenidos inapropiados o enseñarles a irrespetar a la autoridad. Este tipo de acciones no son simples errores, son semillas que germinan en rebeldía y destrucción en el futuro de esos niños.
Aquí podemos ver este verso donde dice que debemos instruir al niño en el camino, para que aún en sus últimos días no se aparte de él sino que permanezca practicando la justicia y siga haciendo lo bueno y enseñando sobre la Palabra del Señor. Este mandato es claro: la formación espiritual no debe ser opcional, sino un deber constante que empieza en la infancia y que tiene repercusiones eternas.
La enseñanza en el hogar es la primera escuela que un niño conoce. Antes de ir a la escuela, antes de convivir con otros niños o aprender de maestros, los padres son los principales formadores. Un niño que crece con principios bíblicos tendrá bases firmes para rechazar lo malo, discernir lo correcto y vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Este es un trabajo que requiere constancia, amor, disciplina y sobre todo el ejemplo de los padres, ya que no se trata solo de palabras, sino de una vida que respalde lo que se enseña.
Podemos ver como la Biblia nos habla en algunos libros sobre educar a nuestros hijos, de cómo debemos criarlos, como dice en este versículo de Isaías 54:13:
Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos.
Isaías 54:13
Este pasaje nos recuerda que cuando el Señor mismo es el fundamento de la enseñanza, los hijos experimentan paz. Esa paz no se refiere solamente a tranquilidad emocional, sino a una vida ordenada, segura, con propósito y libre de la confusión que ofrece el mundo. Cuando los padres toman la decisión de instruir con diligencia a sus hijos en el temor del Señor, la paz se convierte en el fruto de esa instrucción. Esa paz también se refleja en el hogar, en las relaciones familiares y en el testimonio ante la sociedad.
En contraste, vemos lo que sucede cuando los hijos no son enseñados en los caminos de Dios: la violencia, la desobediencia, el irrespeto a los mayores y la rebeldía se multiplican. Muchos de los problemas sociales que vivimos hoy en día tienen raíz en hogares donde nunca se instruyó en los principios correctos. Por eso la Biblia enfatiza la responsabilidad de los padres, porque el futuro de una nación se gesta en la educación de sus hijos.
Aquí tenemos otro ejemplo que se encuentra en el libro de Génesis 18:19:
Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.
Génesis 18:19
Padre, madre, aquí este verso te está diciendo que instruyas a tus hijos a guardar el camino del Señor, que les enseñes a hacer el bien para que anden por el buen camino de salvación. El Señor mismo reconoció la obediencia de Abraham y la forma en que guiaría a su familia. Esto nos enseña que la bendición de Dios no depende únicamente de lo que Él promete, sino también de la obediencia y responsabilidad que asumimos como padres. Educar en justicia y juicio es parte esencial de heredar las promesas divinas.
Los hijos aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Si un padre habla de fe pero no vive conforme a ella, el mensaje pierde fuerza. En cambio, cuando el niño observa coherencia, amor, disciplina y servicio en sus padres, esos valores quedan grabados en su corazón y le acompañan durante toda la vida. Es allí donde se cumple la promesa de que aun siendo viejos, no se apartarán del buen camino.
Y para terminar, este consejo es para ti padre: muéstrale el camino del Señor a tus hijos, instrúyelos en la verdad, enséñales sobre quién es Dios. Haz de la oración, de la lectura bíblica y de la vida en comunidad parte de la rutina familiar. De esta manera, cuando ellos crezcan, podrán decir: “Practico el bien y la justicia de Dios porque mis padres me instruyeron en el camino desde que estaba pequeño y ahora puedo seguir ayudando a mis hijos a seguir mi ejemplo y ayudar a otros niños a seguir el bien para que la paz pueda abundar en cada una de sus casas”.
Por eso es de mayor importancia que tú como padre eduques a tus hijos. Diles lo que es bueno y lo que es malo, adviérteles de los peligros de las malas compañías, enséñales el valor de la honestidad, de la obediencia, del respeto y del amor al prójimo. Así tu casa será bendecida y prosperada por Dios, y tus hijos se convertirán en una luz para el mundo en medio de tiempos de oscuridad. El esfuerzo de hoy será la cosecha de paz, bendición y justicia en el mañana.