Estamos viviendo un momento de pánico en la humanidad, ante una pandemia que ha alarmado al mundo entero. Ejemplo de ello es que si usted ha visto videos de Italia se dará cuenta de que no hay personas en las calles, que Italia completa está en cuarentena. Ya se han prohibido viajes a través de líneas aéreas y marítimas de muchos países. Realmente estamos presenciando un momento épico en este punto de la historia, y hay personas para las cuales quizá es la primera vez que ven algo así, pero también hay otras que ya han pasado por momentos muy duros como estos en épocas pasadas.
Ya hemos hablado de este impacto mundial que está causando esta nueva pandemia, donde más de cien países están siendo afectados y aterrados. Entonces, la pregunta que surge ante esta realidad es: ¿Cómo debemos actuar como fieles creyentes de Dios ante lo que está sucediendo? Lo primero es no alarmarnos. El salmista dijo: «En el día que temo, yo en ti confío». (Salmos 56:3). Este es el punto central: debemos mantener la confianza en Dios aunque lo que esté pasando a nuestro alrededor parezca drástico e incontrolable.
La confianza en el Señor no significa que neguemos la realidad, sino que aprendemos a enfrentarla con fe. No podemos dejar que el miedo gobierne nuestras vidas, porque sabemos que hay un Dios que sigue sentado en su trono. El mismo Jesús dijo: «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33). Estas palabras nos recuerdan que aunque enfrentemos pandemias, guerras o catástrofes, nuestra esperanza no está en lo pasajero, sino en Aquel que reina eternamente.
Amado lector, lo que buscamos a través de este mensaje es concientizar a los fieles, ya que muchos toman decisiones erradas creyendo que están actuando en fe, cuando en realidad están poniendo en riesgo sus vidas y las de otros. Debemos mantenernos en la brecha espiritual, sí, debemos confiar, pero también mantener la cordura. Aunque seamos creyentes, no somos inmunes a las enfermedades por el simple hecho de tener fe. La fe no es magia, es confianza plena en Dios, que se refleja también en obediencia y responsabilidad.
Esto que estamos atravesando es algo muy serio, y la Iglesia no debe caer en ligerezas. Nuestra esperanza está en Cristo, pero también debemos escuchar las recomendaciones de las autoridades sanitarias y seguir las medidas que ayuden a evitar la propagación del virus. En medio de todo esto, tenemos la oportunidad de mostrar al mundo que los cristianos vivimos con paz, esperanza y confianza, sin caer en pánico, pero también sin ser imprudentes.
Conclusión: Sigamos confiando en nuestro Dios en medio de esta pandemia, pero actuemos con responsabilidad. No se trata de escoger entre fe o precaución; se trata de caminar en fe mientras obramos con sabiduría. Recordemos que Dios está con nosotros en medio de la tormenta y que su amor es nuestra mayor seguridad. Que podamos aprovechar este tiempo para fortalecernos en oración, servir a los demás y predicar la esperanza que solo Cristo ofrece. A Él sea toda la gloria por siempre.
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