Demos gracias al Señor, demos gracias con un corazón sincero, porque Él es bueno y maravilloso, porque su gracia nos sustenta día tras día y nos ayuda a no retroceder aun en medio de las dificultades. Todos nosotros que conocemos sus mandatos y que hemos recibido de Él la revelación de sus estatutos, podemos afirmar que nos sostenemos de la Roca Fuerte que es nuestro Dios, aquella roca que nunca se mueve, que permanece firme en todo tiempo y que nos guarda en su fidelidad.
No importa la situación que estés atravesando, pues en esta vida habrá momentos donde nada parecerá fácil, instantes en los que tu corazón se sentirá atribulado y tu mente agobiada. Puede que camines de un lado a otro buscando respuestas a lo que te está ocurriendo, y sin embargo, solo encuentres silencio. Pero aun en ese silencio, confía en el Señor. Dios nunca abandona a sus hijos, aunque a veces parezca guardar silencio, Él sigue obrando en el trasfondo de tu vida.
No permitas que tu pensamiento se quede atrapado en lo negativo de la situación. Aunque nuestro espíritu se aflija y nuestra mente se turbe por esos momentos difíciles, recuerda que toda dificultad trae consigo un aprendizaje y un propósito. Dios permite que pasemos por pruebas para que podamos ver que Él está a nuestro alrededor, fortaleciéndonos y moldeando nuestro carácter. Cada lágrima, cada batalla, puede convertirse en un testimonio de la fidelidad de Dios.
Por encima de todas las cosas, nuestro Dios poderoso en batalla debe ser glorificado. Él es digno de toda honra, no solo cuando las cosas marchan bien, sino también en medio del dolor, la incertidumbre y la prueba. Porque cuando elevamos acción de gracias en medio de la dificultad, demostramos que nuestra confianza no está en las circunstancias, sino en el Dios eterno que gobierna sobre todas ellas.
Acción de gracias por el favor de Jehová – Salmo de David
Te alabaré con todo mi corazón; Delante de los dioses te cantaré salmos.
Salmos 138:1
El salmista David no agradecía a Dios únicamente por lo que recibía, ni condicionaba su gratitud a los favores materiales. Él daba gracias a Dios simplemente porque Dios es Dios, porque Él estaba con él en todo momento y lo sustentaba con su gracia. David cantaba salmos al nombre del Señor porque reconocía que sin Él nada podía hacer.
Dios era la fortaleza de David, y gracias a esa convicción él podía andar confiado en cualquier lugar, sabiendo que la misericordia divina lo rodeaba constantemente. Sus cánticos y oraciones eran un reflejo de un corazón agradecido que veía en cada situación la mano de Dios obrando.
Y tú, ¿cantarías a Dios solamente cuando recibes un favor o también porque reconoces que Él siempre ha sido bueno? La invitación es a cantar en ambas circunstancias, en la abundancia y en la escasez, en la salud y en la enfermedad, porque Dios tiene el control absoluto de todo lo que llega a nuestra vida.
Hagamos un clamor de gratitud semejante al del salmista, diciendo: «Oh Señor, te agradezco porque Tú viste en mí que podía soportar esta prueba, porque contemplaste mi corazón y dijiste que podía cargar esta pequeña dificultad. Te doy gracias porque tu Palabra afirma que no colocas sobre nosotros cargas que no podamos llevar. Por eso te exalto y glorifico, porque sé que tu poder se perfecciona en mi debilidad. Aun cuando me siento débil, Tú eres fuerte, y en mis flaquezas se manifiesta tu grandeza».
La acción de gracias cambia nuestra perspectiva. Cuando agradecemos en medio de las pruebas, dejamos de enfocarnos en el dolor y comenzamos a ver la obra de Dios que se está gestando en nuestro interior. No se trata de ignorar la dificultad, sino de confiar en que Dios tiene un propósito más alto y que su voluntad es buena, agradable y perfecta.
Si hoy te sientes débil, si la carga parece insoportable y sientes que no tienes fuerzas para agradecer, comienza haciendo una sencilla oración de gratitud. No necesitas palabras complicadas, basta con decir: «Señor, gracias porque estás conmigo, gracias porque no me sueltas de tu mano, gracias porque tu misericordia se renueva cada mañana». Esa oración sincera será suficiente para abrir las puertas de tu corazón y permitir que el gozo del Espíritu Santo fluya en ti.
Aplicación práctica
- Agradece por lo que tienes, pero también por lo que has perdido, porque aun en las pérdidas Dios te enseña y fortalece.
- No limites tu gratitud a lo material, aprende a agradecer por la salvación, por la gracia y por la esperanza eterna que tienes en Cristo.
- Haz de la acción de gracias una práctica diaria: escribe tres motivos por los cuales agradecer cada día y preséntalos en oración.
- Canta al Señor incluso cuando no tengas ganas, porque la alabanza abre camino al gozo en medio del dolor.
- Comparte tu testimonio con otros para que vean que, aun en medio de pruebas, Dios sigue siendo fiel.
Que nuestra vida sea un cántico constante de gratitud. No permitamos que los problemas apaguen nuestra alabanza, sino que en todo tiempo demos gracias al Señor. Porque Él es digno, porque su misericordia es eterna, y porque su fidelidad sostiene a los que confían en Él. Amén.