Las bendiciones del Señor

Las bendiciones de Dios son buenas, porque duran para siempre, por eso es bueno que no nos desesperemos porque Dios cumple lo que promete, si Dios dijo que te iba bendecir créelo que así será.

Tenemos que recordar algo muy importante y es que todo lo que el Señor da no es para ocasionar dolor en nuestros corazones ni para estar tristes, porque todo lo que Él nos da es para que estemos gozosos con esa grande bendición.

Bendecirá a los que temen a Jehová,
A pequeños y a grandes.

Salmos 115:13

La obediencia a Dios es algo muy importante ya que debe estar dentro de nuestros corazones, porque cuando somos obedientes todo en nuestras vidas será diferente. El temor a Dios nunca se puede perder, esto es lo que nos ayuda a que cada día tengamos más respeto hacia Dios, que seamos obedientes, que practiquemos lo bueno, que hagamos buenas obras, entonces sus bendiciones nos alcanzarán todo el tiempo.

Cuando caminamos bajo el temor del Señor, aprendemos a vivir en santidad y a confiar en que Él tiene el control de todo lo que hacemos. Aun en medio de las pruebas podemos ver su mano poderosa obrando en favor nuestro, porque las bendiciones no siempre se limitan a lo material, también abarcan la paz interior, la fortaleza para seguir adelante y la esperanza de un futuro glorioso en Cristo.

Aumentará Jehová bendición sobre vosotros;
Sobre vosotros y sobre vuestros hijos.

Salmos 115:14

Si somos sabios y escuchamos la voz de Dios en nuestras vidas y atendemos a su llamado, entonces nuestros hijos disfrutarán de las bendiciones del Señor, por ser obedientes ante los ojos de Dios. Esto es lo que al Señor le agrada ver que sus hijos atiendan a la obediencia ya que, si somos desobedientes delante del Señor, las cosas no saldrán bien en nuestras vidas y en las de nuestros familiares.

El pasaje anterior nos recuerda que la bendición de Dios trasciende generaciones. No se trata únicamente de lo que nosotros recibimos, sino de lo que dejamos como herencia espiritual. Los padres que temen a Jehová transmiten a sus hijos una fe sólida y un ejemplo digno de imitar. De esta manera, la bendición se convierte en un legado que impacta hogares, familias y comunidades enteras.

Benditos vosotros de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.

Salmos 115:15

Somos más que privilegiados porque el padre nos escogió desde antes de la creación y nos amó, por eso debemos agradecer a Dios por su bondad y su gran misericordia que son nuevas cada día. Por eso demos gloria y honra al Dios Todopoderoso que nos mira desde los cielos y que dejó su Santa Palabra para que aprendamos y conozcamos de Él. Dios es bueno.

Reconocer a Dios como creador de los cielos y de la tierra nos debe llevar a vivir una vida de gratitud constante. No solo nos dio la vida, sino que también nos ha provisto todo lo necesario para subsistir: aire, alimento, familia, salud y sobre todo, salvación en Cristo Jesús. Cada bendición que recibimos es una muestra tangible de su amor, y aunque muchas veces no las valoramos, debemos recordar que nada proviene de nuestra propia fuerza, sino de la gracia de Dios.

En la vida diaria, muchas veces nos encontramos deseando cosas pasajeras, olvidando que lo eterno tiene un valor incalculable. La verdadera bendición no siempre es tener abundancia material, sino tener la presencia de Dios en nuestros corazones. Esa presencia es la que nos sostiene en las dificultades, nos da gozo en medio del dolor y nos recuerda que nunca estamos solos. Las riquezas materiales se acaban, pero las bendiciones espirituales permanecen para siempre.

Por eso, cada vez que recibamos algo de parte de Dios, aprendamos a ser agradecidos y a compartir esas bendiciones con los demás. Una bendición compartida se multiplica, porque el Señor se agrada de un corazón generoso que piensa en su prójimo. De esta manera, nos convertimos también en instrumentos de bendición para otros, llevando esperanza y testimonio de la fidelidad de Dios.

Conclusión

Las bendiciones de Dios son eternas, seguras y suficientes. No llegan por casualidad, sino como fruto de una vida de obediencia y temor reverente a su nombre. Son bendiciones que alcanzan a nuestros hijos y a las generaciones futuras, porque Dios es fiel y no falla a su palabra. Que este recordatorio nos impulse a confiar plenamente en Él, a obedecerle con gozo y a vivir agradecidos, sabiendo que somos bendecidos por Aquel que hizo los cielos y la tierra.

Perseverad en la oración
Hijos de la promesa