Sus misericordias son nuevas cada mañana

Cada mañana cuando abrimos nuestros ojos a luz del día, cuando ponemos nuestros pies sobre el suelo, cada nuevo amanecer que Dios nos brinda, debemos entender que no es algo que merecemos, sino que por su infinita misericordia nos permite vivir un día más y eso es un motivo especial para darle la gloria a Dios independientemente del momento tan difícil por el que estemos pasando. Y es que glorificar a Dios no es algo que podamos negociar en nuestro estado de ánimo, nuestro ánimo siempre debe ser adorar a Dios. Adorar en la mañana es reconocer que la vida no es producto del azar, sino un regalo que viene de la mano del Creador. Por eso, al despertar, lo primero que debe elevarse es un “gracias”, incluso antes de revisar nuestras preocupaciones, porque la gratitud abre la puerta a la paz que viene del Señor.

El pueblo de Dios siempre ha pasado por momentos de amplias amarguras, sin embargo, en todos esos momentos Dios nunca se ha olvidado de ellos, y de igual manera, algo que debe servirnos de suma motivación es que Dios no se olvida de nosotros en nuestros momentos difíciles y si hoy nos levantamos de nuestras camas una vez más, es una gran demostración de la misericordia de Dios. Los israelitas caminaron por desiertos, enfrentaron cautiverios y padecieron persecuciones, pero en cada etapa el Señor mostró su fidelidad. Lo mismo hace hoy con nosotros: cuando parece que las fuerzas no alcanzan, Él nos sostiene con su diestra, renueva el aliento y nos recuerda que sus promesas permanecen firmes.

El libro de lamentaciones dice:

22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.

23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

Lamentaciones 3: 22-23

El autor del libro de Lamentaciones sabía muy bien que si estaban vivos era por las misericordias de Dios y no por sus propias fuerzas. ¿Entendemos eso nosotros hoy? En nosotros no hay fuerzas para estar de pie, sino que Dios nos sostiene cada mañana a través de su amor infinito y de sus grandes misericordias. Estas palabras se escribieron en medio del dolor y la ruina, no en tiempos cómodos, lo cual las hace aún más poderosas: proclaman esperanza cuando todo parecía perdido. Así aprendemos que la fidelidad de Dios no depende de nuestras circunstancias; es su carácter, constante e inmutable.

Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana, no se agotan, son eternas, no tienen fin, y esas misericordias están disponibles para nosotros y por eso tenemos que dar gloria y honra a nuestro gran Creador Dios. Cada amanecer es un recordatorio de que el Señor está empezando con nosotros de nuevo: perdona, restaura, corrige, anima y guía. Si ayer caímos, hoy podemos levantarnos; si ayer dudamos, hoy podemos creer; si ayer nos faltó amor, hoy podemos amar porque Él nos amó primero. Esa novedad diaria es una invitación a vivir con esperanza y a caminar en obediencia.

Practicar la gratitud transforma la manera en que enfrentamos la jornada. Te invito a hacer del amanecer un altar sencillo: abre la Biblia, medita en una promesa y presenta tus cargas al Señor. Agradece por lo básico —respirar, ver, caminar, tener pan— y también por lo que no entiendes todavía. La adoración temprana guarda el corazón de la ansiedad, y la Palabra alimenta la fe para los retos que vendrán. Recuerda: adorar no niega el dolor, pero lo coloca bajo la luz de la soberanía de Dios.

Tal vez hoy atraviesas pruebas, incertidumbre o cansancio. Aun así, estas verdades siguen siendo firmes: no hemos sido consumidos, sus misericordias no decaen, su fidelidad es grande. Por eso, en lugar de iniciar el día con quejas, comencemos con confesión y confianza: “Señor, dependo de Ti. Gracias por este nuevo inicio. Guíame por tus sendas”. Cuando ponemos a Dios primero, el resto se ordena; cuando buscamos su rostro, recibimos su paz; cuando nos rendimos a su voluntad, encontramos propósito en cada paso.

Quiera Dios que cada amanecer nos halle con un corazón dispuesto a obedecer y a agradecer. Que nuestras palabras y acciones a lo largo del día sean un eco de esa adoración primera. Y si cae la tarde y sentimos que faltaron fuerzas o sobró fragilidad, volvamos a Lamentaciones para recordar: mañana habrá nuevas misericordias. Grande es su fidelidad; por eso seguimos adelante. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.

Él hace grandes cosas que nosotros no entendemos
Nuestro Dios ha de salvarnos