La prosperidad del generoso

La generosidad es un principio divino que la Biblia resalta una y otra vez. Cuando compartimos con los demás, cuando somos capaces de dar con alegría y sin esperar nada a cambio, mostramos el carácter de Cristo en nuestras vidas. Ser generosos no solo significa dar dinero, también es compartir tiempo, brindar apoyo, escuchar a alguien en necesidad y estar dispuesto a servir en cualquier área donde podamos ser útiles. Dios se agrada de nosotros cuando somos generosos, cuando servimos a los demás y hacemos el bien sin importar si es nuestro enemigo. Dios mira la generosidad de los justos.

Las personas que no son generosas con su prójimo acarrean con ellos mismos amargura y pobreza, porque es bueno que todo lo que vallamos a hacer lo hagamos en el nombre del Dios Todopoderoso. El egoísmo solo trae soledad y vacío, mientras que la generosidad abre puertas de bendición y nos conecta con la gracia de Dios. Recordemos que todo lo que tenemos le pertenece a Él y somos solo administradores de sus recursos.

El deseo de los justos es solamente el bien;
Mas la esperanza de los impíos es el enojo.

Proverbios 11:23

Muchas personas dicen: «¿cómo podemos hacer el bien a nuestros enemigos?». El Señor nos manda a amar a nuestros enemigos, incluso si ellos tienen sed tenemos que darles agua, y si tienen hambre tenemos que darles de comer, y esta es una buena obra de la cual ellos pueden aprender. De esta manera mostramos que somos diferentes, que tenemos a Cristo en nuestro corazón y que no pagamos mal por mal, sino que respondemos con amor, siguiendo el ejemplo de nuestro Salvador.

El mundo nos enseña lo contrario: «si alguien te hace daño, respóndele con la misma moneda». Pero la Palabra de Dios nos invita a romper ese círculo de odio y responder con actos de bondad. Esa actitud no solo transforma nuestra vida, sino que también puede tocar el corazón del enemigo y llevarlo al arrepentimiento. Amar al enemigo es una de las pruebas más grandes de fe, pero también uno de los actos más poderosos del evangelio.

Hay quienes reparten, y les es añadido más;
Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.

Proverbios 11:24

Una cosa pasa, es que tenemos que dar sin esperar recibir, porque el Señor mismo reconocerá tu bondad y voluntad por hacer el bien. Dios mismo te reconocerá y te bendecirá conforme a su voluntad. La generosidad es un reflejo de nuestra confianza en Dios, porque cuando damos, estamos declarando que no dependemos de nuestras riquezas, sino del Señor que provee todo lo que necesitamos. Él multiplica lo que tenemos y nos prospera en aquello que hacemos con un corazón sincero.

Pero sabemos que los que practican tales cosas que no son del agrado del Señor, estas personas siempre andan tristes porque solo piensan en ellos y en retener todo lo que tienen, entonces mediante a esta actitud de ellos llegarán pronto a la pobreza. El egoísmo endurece el corazón y nos aleja de la bendición de Dios. Por eso el apóstol Pablo también enseñaba que cada uno debe dar según lo que propuso en su corazón, no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre.

El alma generosa será prosperada;
Y el que saciare, él también será saciado.

Proverbios 11:25

Dios es un Dios bondadoso, un Dios que no tiene que ver tu situación, sino que en medio de eso te bendice y te suple todo lo que necesitas, por eso es importante que si nuestro enemigo tiene hambre dale de comer y si tiene sed dale de beber. Esta enseñanza nos lleva a confiar más en Dios, porque la verdadera prosperidad no viene de acumular riquezas, sino de vivir en obediencia a su Palabra.

En conclusión, la generosidad es un principio de vida que abre las puertas de la bendición. Ser generosos nos convierte en instrumentos de Dios en la tierra, nos hace partícipes de su obra y refleja su amor en cada acto que realizamos. Procuremos entonces vivir con un corazón abierto, dispuestos a compartir lo que tenemos, a servir con alegría y a dar sin reservas, porque de esa manera seremos reconocidos por nuestro Padre celestial y hallaremos verdadera prosperidad.

Estad siempre gozosos, orad
El cuerpo es templo del Espíritu Santo