Cristo murió por los impíos

En una ocasión, mientras un reconocido predicador exhortaba en una universidad sobre la muerte de Cristo por la humanidad, un joven universitario se paró de su asiento y preguntó: ¿Cómo la muerte de un solo hombre puede salvar del infierno a millones? A lo que el predicador respondió: ¿Sabes por qué? Porque aquel solo hombre, puedes poner al lado de Él lo más bello, lo más brilloso, juntar todas las constelaciones, juntar a todos los hombres que han existido y nada de todo eso se puede comparar a la santidad, a la hermosura de aquel solo hombre. ¡Aleluya! La muerte de Cristo en la cruz nos salvó del infierno y del pecado, ¡sí!, un solo hombre querido hermano.

En el mundo han existido varios hombres que han hecho grandes esfuerzos por destruir la esclavitud, por crear los derechos humanos, por hacer libres e independientes a ciertos países que han estado gobernados por una dictadura imperante, sin embargo, ninguno de esos hombres está a la altura de aquel varón de dolores, de aquel Cristo que ofreció su vida como sacrificio para salvar a personas malas y corruptas.

El apóstol Pablo escribió sobre esto a los Romanos:

6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Romanos 5:6-8

Lo primero es, que cuando nosotros estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, el mismo Dios ofreció a su único Hijo por sacrificio por nuestros pecados, ofreciéndonos la salvación y librándonos de una muerte eterna en el infierno.

¿Quién sería capaz de amar como ha amado Cristo? ¿Quién sería capaz de darlo todo como Cristo lo ha dado todo? Cristo lo dió todo por nosotros, se humilló hasta lo sumo, estregó su preciosa vida por nosotros en una cruz, abandonando su trono de gloria. ¡Alabemos a Cristo por esto y vivamos para Él y su gloria!

Dios ha mostrado por nosotros la máxima expresión de amor, que siendo nosotros pecadores, envió a su Hijo a morir por nosotros.

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Dios no se olvida del clamor de los afligidos
Nos levantamos, y estamos de pie