Qué bueno cuando clamamos a Dios, cuando buscamos estar siempre en su presencia día y noche, adorar a nuestro creador.
Debemos tener nuestros oídos puestos para escuchar la voz de Dios susurrándonos palabras de aliento y de fortaleza.
El libro de los salmos nos habla de un hombre valiente, que además tenía confianza en el Dios todopoderoso. Este era el Salmista David.
Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos;
Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.
Salmos 31:22
En cada dificultad que pasaba, David de inmediato procuraba ir delante de Dios y clamar a Él, para que Dios le ayudara a soportar las pruebas, a seguir adelante, a cruzar todos los obstáculos que se presentaban en su camino.
En verdad este hombre no temía a lo que el hombre le pudiera hacer, porque iba y daba a Dios y daba su mejor clamor y alabanza, a aquel que lo creó, que le puso por rey, cuando aún no se había imaginado que lo sería.
Amad a Jehová, todos vosotros sus santos;
A los fieles guarda Jehová,
Y paga abundantemente al que procede con soberbia.
Salmos 31:23
Es bueno que cada día andemos rectos delante de Dios, porque cuando andamos rectos, Dios nos cuida y nos guarda de nuestros adversarios, pero si andamos como los soberbios y en desobediencia, recibiremos castigo.
Pero es bueno, podemos amar a Dios sobre todas las cosas, los santos de Dios, los que guardan su palabra, lo que van en el camino y no se rinden, sino que piden a Dios por nuevas fuerzas.
Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová,
Y tome aliento vuestro corazón.
Salmos 31:24
Así que todos sus santos esfuércense y no desmayen. Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?. Estemos atentos a su palabra, porque en ellas podemos encontrar palabras de aliento a nuestros corazones. Sigue adelante confiando plenamente en Dios, al igual que el Salmista David. Siempre pon tu mirada en el Señor y Él te sostendrá.
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