Cuando el pueblo elige su propio camino en vez del de Dios

El libro de Jeremías nos muestra un hecho ocurrido en el capítulo 7, versículo 24, donde Dios le da palabras a este profeta acerca del gran desorden en el que vivía el pueblo de Israel y de las malas conductas que tenían delante del Señor. Por esta razón, vemos que Dios transmite duras palabras a Su pueblo a través de Jeremías.

El pueblo de Israel estaba envuelto en diversas atrocidades; sus acciones eran despreciables ante el Dios de los ejércitos, ya que no escuchaban consejos y solo elegían el camino que querían seguir, haciendo cuantas maldades podían. Sus corazones estaban muy lejos de Dios.

En el capítulo 7, Dios le habló a Jeremías para que advirtiera a aquel pueblo corrompido y lo llamara a volverse a Dios, dejando toda maldad y caminando rectamente delante del Señor, pero, ¿escucharon este mensaje?

El mensaje del profeta, dado por Dios, reflejaba el anhelo del Señor de que Su pueblo anduviera en Sus caminos y mejorara su conducta, pues así todas las cosas serían mejores para ellos. Pero, debido a su desobediencia, este pueblo recibió grandes castigos por apartarse del Señor.

No elijamos nuestro propio camino, escuchemos al Dios del cielo cuando nos dice cuál es el camino que debemos andar y andemos por el mismo, para que todo vaya bien en nuestras vidas.

Cuando el hombre deja de escuchar la voz de Dios y sigue los deseos de su propio corazón, inevitablemente termina alejándose de la verdad. El Señor siempre ha mostrado Su disposición de guiar a los suyos, pero el problema radica en que muchas veces preferimos la independencia espiritual, creyendo que sabemos lo que es mejor para nosotros. Sin embargo, el resultado es el mismo que el del pueblo de Israel: ruina, confusión y pérdida del propósito divino.

El mensaje de Jeremías no fue recibido con agrado por sus contemporáneos, ya que confrontaba su estilo de vida. Hoy en día sucede lo mismo: las personas no quieren escuchar mensajes de corrección, sino solo aquellos que alimenten su ego o validen sus decisiones. Pero Dios, en Su misericordia, continúa llamándonos al arrepentimiento, deseando que volvamos nuestro corazón hacia Él.

Cada vez que ignoramos la voz del Señor, damos pasos hacia atrás, así como lo menciona el texto bíblico. No avanzar espiritualmente significa retroceder en la fe, alejándonos de la paz y de las bendiciones que Dios desea darnos. El pueblo de Israel tenía la promesa de una tierra y una vida próspera, pero su rebeldía les impidió disfrutarla. De igual manera, nuestras decisiones determinan si caminamos hacia adelante, en obediencia, o hacia atrás, en desobediencia.

Dios no solo quiere que oigamos Sus palabras, sino que las pongamos por obra. Escuchar sin obedecer es como mirar un espejo y olvidar de inmediato lo que hemos visto. Por eso, cada vez que recibimos una enseñanza, debemos preguntarnos: ¿estoy aplicando esto en mi vida diaria? La obediencia a la Palabra es el mayor acto de amor hacia Dios y demuestra que realmente confiamos en Él.

Finalmente, este pasaje nos deja una enseñanza profunda: el Señor desea que caminemos hacia adelante, que crezcamos, que maduremos en la fe. No quiere vernos estancados en el pasado ni atrapados en los errores de ayer. Él siempre tiene un plan de restauración y de esperanza para quienes deciden volver su oído a Su voz. Que aprendamos, entonces, del error de Israel, y escojamos cada día andar en el camino de la obediencia y la verdad.

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