De ninguna manera quiere Dios el juicio para los hombres, pero debido al corazón corrompido del hombre, todo aquí cambia. Aunque un día fueron justos, esto no los librará de que Dios haga caer Su juicio sobre ellos por haber actuado conforme a las abominaciones de los impíos.
El capítulo 18 del libro de Ezequiel muestra que el hombre puede haber hecho justicia, pero si se aparta de ella y de la misericordia de Dios, entonces comienza a comportarse como los impíos, como aquellos que cometen iniquidad delante del Señor:
Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá.
Ezequiel 18:24
Es importante tomar en cuenta estas palabras, ya que muchos hoy se apartan del camino correcto para seguir el camino del hombre corrupto y abominable. Pero este capítulo deja los puntos muy claros: si te unes a los que cometen mal delante de Dios, entonces el juicio caerá sobre ti y te destruirá.
Por ello, es recomendable seguir Su palabra y no dejarse llevar por el hombre abominable, porque todo aquel que hizo justicia y ahora se ha convertido en un hombre de mal, de ninguna manera está dentro de la protección del Señor.
Ezequiel fue un profeta que habló con valentía al pueblo de Israel, recordándoles que cada persona es responsable de su propio camino. En este capítulo se establece un principio divino muy importante: Dios no se complace en la muerte del impío, sino en que este se arrepienta y viva. Sin embargo, cuando el justo se aparta y actúa con maldad, el juicio de Dios se manifiesta como consecuencia natural de su decisión.
El Señor es justo y no puede pasar por alto el pecado. Muchos creen que las buenas obras del pasado pueden compensar sus errores presentes, pero este texto nos enseña que no es así. La justicia de ayer no justifica la maldad de hoy. Por eso debemos permanecer firmes en la fe, procurando mantenernos en santidad y obediencia continua.
Así como el justo puede desviarse del camino recto, también el impío tiene la oportunidad de volverse al Señor y alcanzar misericordia. Dios no hace acepción de personas; Él observa los corazones y recompensa según las obras de cada uno. En ese sentido, el capítulo 18 es un llamado al arrepentimiento genuino, a no confiar en los méritos pasados, sino en una relación constante con el Creador.
El mensaje de Ezequiel sigue siendo relevante en la actualidad. Muchos hombres y mujeres comenzaron bien su andar cristiano, pero con el paso del tiempo se dejaron seducir por el pecado, el orgullo o las riquezas. Este texto nos exhorta a examinar nuestra vida espiritual y a permanecer fieles hasta el final, porque solo los que perseveran en la justicia recibirán la corona de la vida.
Cuando una persona se aleja de Dios, pierde la protección y la dirección divina. El pecado endurece el corazón y ciega el entendimiento, llevándolo a justificar lo que antes consideraba malo. Sin embargo, el Señor siempre deja abierta la puerta del perdón. Si el justo que cayó se arrepiente sinceramente, Dios está dispuesto a restaurarlo y a concederle una nueva oportunidad.
Este capítulo nos invita a reflexionar profundamente sobre nuestra conducta. No basta con haber servido a Dios en el pasado, sino que debemos mantenernos fieles día tras día. La vida cristiana es un caminar constante de obediencia, donde cada paso debe estar guiado por la Palabra y el temor reverente al Señor.
Pidamos a Dios que nos ayude a no apartarnos de Su camino, que nos dé fuerza para perseverar en medio de la tentación y que nuestros corazones permanezcan sensibles a Su voz. Que podamos ser como aquellos que, aun en medio de las pruebas, deciden mantenerse firmes en la verdad, confiando en que Su misericordia es más grande que cualquier juicio.