El Señor es mi fortaleza

La confianza y la fe que tenía el profeta Habacuc eran grandes delante del Señor. La oración que este hombre de Dios realizó en Habacuc 3 le ayudó en gran manera a fortalecer su fe y confianza en el poder del Señor todopoderoso.

Es claro que la fuerza del profeta no provenía de las higueras, las vides, los campos ni los rebaños, porque él estaba consciente y seguro de que su fuerza venía de parte de Dios. Su corazón no dependía de los recursos materiales, ni de las circunstancias externas, sino del poder divino que lo sostenía en medio de las pruebas. Esta actitud es un ejemplo para todos nosotros, porque cuando enfrentamos dificultades o escasez, es fácil desanimarse, pero Habacuc nos enseña a mirar hacia arriba y confiar en que Dios sigue siendo nuestra fortaleza aunque todo alrededor parezca desmoronarse.

La oración del profeta, sobre Sigionot, era un clamor pidiendo avivamiento para el pueblo, ya que deseaba una vez más ver el poder de Dios derramado sobre ellos. Y sabía que, orando al Señor, esa obra tan maravillosa podía suceder. No se trataba solo de una petición personal, sino de un deseo colectivo, una intercesión por todo el pueblo que se había enfriado espiritualmente. Habacuc quería que la gloria de Dios volviera a manifestarse como en los tiempos antiguos, que la nación volviera a experimentar el poder transformador del Espíritu Santo.

Por eso, este pasaje no es solo una historia antigua, sino una enseñanza viva para cada uno de nosotros. Habacuc nos anima a no perder la esperanza, a no dejar que la preocupación ni la falta de recursos roben nuestra fe. Si ponemos nuestra mirada en el Señor, Él nos sostendrá como sostuvo al profeta, nos levantará de las caídas y nos hará andar en lugares altos. El poder de Dios no se limita a los tiempos bíblicos; sigue siendo real hoy para quienes lo buscan con corazón sincero. Que cada día podamos decir con confianza: “Jehová es mi fortaleza”, y vivir bajo esa verdad con gozo y esperanza. Así como el profeta experimentó la fidelidad divina, también nosotros veremos Su gloria manifestarse en nuestras vidas.

En quietud y en confianza será vuestra fortaleza
Los impíos serán cortados de la tierra