Calamidad caerá de repente sobre el malo

Hay que reconocer que el malvado obtiene muchos beneficios mal habidos y que en el momento ríe y lo disfruta, pero ellos también saben que su calamidad viene, y esto nadie puede detenerlo, ya que es juicio de parte del Señor.

Esta es una amonestación contra la pereza y la falsedad que hoy día reina en un sinnúmero de corazones. A estos pronto les caerá la calamidad y pagarán por sus hechos; serán castigados porque sus corazones y sus mentes están puestos en hacer maldad.

Salomón habla sobre la característica del hombre que es perverso y malvado, aquel cuyos pensamientos están desviados. Esta es la forma pecaminosa del hombre malo. Desde su interior brota la intención de causar daño, de mentir, de engañar y de obtener ventajas injustas a costa de los demás. Este tipo de actitud no pasa inadvertida ante los ojos de Dios, pues Él pesa los corazones y conoce cada una de las intenciones del hombre.

Un hombre con una boca perversa, pues de su boca salen palabras desordenadas y llenas de fragmentos que ocasionan lecciones muy fuertes y destructivas. Sus palabras hieren, causan división y confusión. La lengua del perverso es comparada en la Biblia con un fuego que consume todo a su paso, porque destruye familias, amistades y comunidades enteras. Es por eso que el sabio Salomón aconseja cuidar las palabras, porque en ellas hay poder para edificar o destruir.

El hombre perverso será castigado grandemente; caerá calamidad de repente y será quebrantado por su corrupción y por los daños ocasionados. Para tales mentes no habrá remedio. No se trata de un castigo caprichoso, sino del resultado natural de sus acciones. Quien siembra engaño, recoge dolor; quien siembra injusticia, cosecha ruina. Así es la ley moral establecida por Dios desde el principio: cada uno recibirá conforme a sus obras.

Por eso, este pasaje también es una llamada a la reflexión. Debemos examinarnos constantemente para no caer en los mismos errores. La pereza espiritual y moral puede llevar al corazón a endurecerse, y poco a poco el hombre puede desviarse del camino de la verdad. Dios no quiere destruir al pecador, sino que se arrepienta y vuelva al camino correcto. Si alguien hoy reconoce su error, aún hay tiempo de cambiar, de buscar la sabiduría y de andar en justicia.

Recordemos que la sabiduría de Dios siempre muestra un contraste entre el justo y el impío. El justo es prudente, trabajador y temeroso del Señor; el impío, en cambio, vive confiado en su propio entendimiento. Pero la recompensa de cada uno será distinta: mientras el justo será sostenido por la mano de Dios, el malvado será quebrantado sin remedio. Que este pasaje nos motive a vivir con integridad, a evitar la falsedad y la pereza, y a buscar siempre la justicia que proviene del Señor.

El que en integridad camina será salvo
Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos