Este es un salmo de David. Es el refugio del justo; he aquí que los malos son aborrecidos por Dios. Al inicio del Salmo 11, en sus versículos, podemos notar lo que el salmista dice acerca de la protección que hay en el camino del justo.
El malo, que ama la maldad y practica la violencia, es aborrecido por el Señor. El malo podrá ver pronto las consecuencias que vendrán y tocarán a su puerta. El juicio del Señor le visitará.
El salmo va dirigido a aquellos que aman a Dios y son probados por Él. Por lo tanto, todos los que han recibido esta prueba no se alejan, más bien piden a Dios que les ayude y les proteja del malo y del violento.
Hermanos en Cristo, tú que sigues el camino de la justicia del Señor, sigue y no te detengas. Aunque veas que el malo y el de corazón perverso estén muy cerca de ti, es bueno que sepas que Dios retrasa su camino y te protege para que no pueda llegar a ti. Confía en que Dios está contigo.
Cuando observamos este salmo, podemos notar que David no solo expresa una oración, sino también una profunda confianza en la justicia divina. Él sabía que, aunque las circunstancias fueran difíciles, el Señor estaba mirando desde Su trono y juzgando con equidad. El justo puede atravesar la tormenta, pero sabe que el sol volverá a salir, porque Dios no desampara a los que confían en Él. Esa seguridad es la que fortalece nuestra fe y nos impulsa a perseverar aun cuando el mal parece triunfar.
Este pasaje también nos recuerda que las pruebas no significan ausencia de Dios, sino presencia activa de Su mano moldeadora. Jehová prueba al justo para fortalecerlo, purificarlo y hacerlo más semejante a Cristo. Las dificultades, aunque duelan, son el fuego donde el oro se refina. Si estás atravesando una situación difícil, recuerda que Dios no te ha abandonado, sino que está formando en ti un carácter firme y una fe inquebrantable.
Por otro lado, el camino del malo siempre termina en frustración y juicio. Puede parecer que prospera por un tiempo, pero su fin es destrucción. El mismo Dios que protege al justo es quien detiene la mano del violento. El amor de Dios hacia los suyos es eterno, pero Su justicia también es perfecta. Él no dejará sin castigo al impío, porque Su naturaleza santa aborrece la maldad y todo acto de violencia.
Por eso, el creyente debe mantenerse firme en la verdad, confiando en que la mirada de Dios está sobre él día y noche. No temas cuando veas al impío prosperar, porque su aparente éxito es temporal. Al contrario, sigue sembrando en fe, sigue caminando en obediencia, porque los ojos del Señor están puestos sobre los que le temen y esperan en Su misericordia. Tal como dijo David en otro salmo: “He sido joven y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan”.
El Salmo 11 nos enseña que Dios es nuestro refugio en tiempos de prueba, nuestro escudo frente a la violencia y nuestra fortaleza ante el miedo. Si permanecemos bajo Su sombra, no habrá flecha que nos hiera ni enemigo que nos derrote. Recordemos cada día que el Señor está en Su santo templo, mirando con atención la vida de cada hombre. Al final, Su justicia se manifestará, Su misericordia se derramará sobre los fieles, y Su gloria será conocida por todos los pueblos.
Que este mensaje te inspire a perseverar y confiar plenamente en Dios, sabiendo que Él recompensa al justo y aborrece la violencia. No temas las pruebas, pues ellas son parte del proceso que Dios usa para llevarte a un nivel más alto de fe. Aférrate a Su Palabra, camina en santidad y confía en que el Señor, que juzga con rectitud, te guardará en todo momento.