Los pecadores serán destruidos

En el capítulo 37, verso 34 del libro de los Salmos, podemos observar que este capítulo habla del camino de los malos. Es importante comprender que el camino de los malos está lleno de maldad y atrocidades, pero estos serán destruidos.

En este Salmo podemos notar la promesa que David le hace al pueblo de Dios: que ellos heredarían la tierra. Pero primero era necesario que se sometieran y guardaran los caminos del Señor, y esperaran que Dios los exaltara.

Por eso, el salmista los invitaba a esperar y obedecer los estatutos del Señor, teniendo fe y confianza.

El salmista nos enseña que esperar en Dios no es una actitud pasiva, sino una acción de fe. Es mantener la esperanza cuando todo parece oscuro, seguir guardando el camino del Señor cuando otros se desvían, y confiar en que Su justicia prevalecerá. Esperar en Dios significa también reconocer que el tiempo del Señor es perfecto, y que Su exaltación llega cuando nuestros corazones están listos para recibir Su bendición.

Muchos hombres y mujeres de la Biblia aprendieron esta lección. Abraham esperó la promesa de un hijo, José esperó en prisión, y Job confió aun en medio del dolor. Todos ellos vieron la mano poderosa del Señor exaltándolos a su debido tiempo. De igual manera, el creyente que hoy persevera en fe también verá la recompensa divina. Dios no olvida las obras de los justos ni la obediencia de aquellos que caminan en integridad.

Cuando el salmista menciona que los pecadores serán destruidos y el justo verá su caída, no se refiere a una venganza humana, sino a la justicia perfecta de Dios. El Señor no permitirá que la maldad reine para siempre, y llegará el día en que los justos disfrutarán del fruto de su fe y obediencia. Por eso, debemos mantenernos firmes, no dejarnos llevar por la envidia hacia los impíos, ni desesperar cuando parezca que ellos prosperan. Su final está determinado, y solo los que permanecen en el Señor heredarán Su paz eterna.

¿Quieres heredar la tierra que el Señor dará a sus hijos? Entonces debes actuar como dice este versículo: esperar en el Señor, y Él los exaltará. Y cuando los pecadores sean destruidos, lo verán. Hermanos, solo esperemos y guardemos el camino del Señor, confiando plenamente en Su promesa y en Su fidelidad.

En conclusión, el llamado del Salmo 37:34 es un recordatorio de paciencia, fe y obediencia. En un mundo lleno de injusticias y maldad, el creyente debe permanecer fiel, sabiendo que su recompensa no viene del hombre, sino de Dios. A su tiempo, Él exaltará a los suyos y les permitirá disfrutar de la herencia prometida. Mantengamos nuestra esperanza viva, pues el Señor nunca falla a quienes confían en Él.

La casa de los justos permanecerá firme
El que levanta mi cabeza