El libro de Apocalipsis nos muestra promesas eternas para los que permanecen fieles hasta el final. En medio de un mundo lleno de pruebas y tentaciones, Dios nos llama a mantenernos firmes, a perseverar con fe y esperanza. No es tarea fácil, pero quienes perseveran recibirán el mayor de los galardones: la vida eterna junto al Creador. Esta verdad debe inspirarnos cada día a no rendirnos, a seguir confiando en las promesas de Aquel que nunca falla.
Querido amigo, ¿estás listo para escuchar lo que el Señor dará a todo aquel que venza hasta el fin? Porque el mismo Dios será tu Dios y tú serás Su hijo, y morarás con Él por toda la eternidad. ¿No es esto bueno?
Es importante entender que, para recibir esta promesa, debemos permanecer firmes bajo la voluntad divina de Dios. Todos debemos seguirle y vencer hasta el fin, ya que estas son las palabras que Dios le dijo a Juan.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Apocalipsis 21:7
¿Quieres ser uno de aquellos que recibirán estas grandes promesas? Si no estás firme, es tiempo de que sigas al Señor, aquel que dio Su vida por ti en la cruz del Calvario.
Porque un día la muerte llegará a tu vida, o puede que sea el día del rapto, donde todos los que estén firmes delante del Señor se levantarán y recibirán la nueva tierra y el cielo nuevo. Ya no habrá tristeza ni dolor, Cristo estará con ellos.
No esperes a que pase este momento, ven y afírmate en el Señor, porque todo aquel que no esté en Sus caminos no podrá ser heredero y será rechazado por el Señor, ya que nunca le buscó. Dios te bendiga.
El apóstol Juan nos recuerda que las pruebas no son eternas, pero la recompensa sí lo es. Cada lágrima, cada dificultad, cada momento de dolor tiene un propósito en el plan divino. El creyente que se mantiene fiel recibe fuerza del Espíritu Santo para resistir y avanzar, sabiendo que no lucha en vano. Así como los héroes de la fe del pasado soportaron persecución, nosotros también somos llamados a resistir y a mantener viva la esperanza de la redención final.
Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33). Estas palabras son un recordatorio poderoso de que, aunque las pruebas sean duras, no estamos solos. El mismo Cristo que venció nos acompaña en cada paso. Si permanecemos en Él, también venceremos. La victoria no es para los más fuertes físicamente, sino para aquellos que se mantienen firmes espiritualmente, confiando en la promesa de la vida eterna.
Cuando un creyente decide seguir a Cristo, está tomando la decisión más importante de su vida. No se trata solo de creer, sino de vivir conforme a Su palabra, de guardar Sus mandamientos y de perseverar hasta el final. El Señor promete que quien venza heredará todas las cosas: una herencia incorruptible, un nuevo cielo y una nueva tierra donde mora la justicia.
Por eso, querido lector, no te desanimes ante los problemas ni dejes que las circunstancias te alejen de Dios. Recuerda que la eternidad es el destino de los que permanecen firmes. Si hoy te sientes débil, pídele al Señor fortaleza; si te sientes perdido, busca Su luz. Él nunca rechaza a quien se acerca con corazón sincero.
Conclusión: El mensaje de Apocalipsis 21:7 es una invitación a vivir en fe, esperanza y obediencia. El vencedor no es aquel que nunca tropieza, sino quien, a pesar de las caídas, se levanta con la ayuda de Dios y continúa caminando. Permanece firme, porque la recompensa está cerca, y Cristo espera con los brazos abiertos para recibir a los que perseveran hasta el fin.