Porque ha engrandecido sobre nosotros Su misericordia

Este es un gran llamado que hace el salmista para que todos los pueblos vinieran a alabar a Dios, que es grande en misericordia y poder. Él es el Dios todopoderoso, porque Su misericordia perdura de generación en generación.

Es bueno ver este llamado que hace este gran hombre de Dios. Mencionó a Israel y también a todos los pueblos, instándolos a reconocer que existen gracias a la misericordia del Señor, y que esta misericordia está sobre ellos. Alabemos todos al Rey de reyes y Señor de señores.

No podemos olvidar algo muy importante, y es la gran fidelidad del Padre para con todos Sus hijos, porque todo lo que promete, lo cumple. Cómo no alabarlo, si Él es bueno.

Dios no cambiará Su gran bondad para con nosotros, ni Su gran misericordia, porque Él es fiel y cumple Su palabra.

Tenemos todas las razones para unir nuestras voces y cantar salmos al Señor, alabando Su nombre por encima de todas las alturas. Él ha realizado grandes maravillas desde tiempos antiguos hasta ahora, ha sido fiel y lo será. Por eso, todas las naciones y lenguas deben ensalzar al Señor, quien es digno de toda adoración. Amén.

El Salmo 117, aunque es uno de los más cortos de toda la Biblia, encierra un mensaje profundo y universal. Es una invitación para toda la humanidad, sin distinción de lengua ni nación, a reconocer el poder, la justicia y la misericordia de Dios. Este llamado no se limita a un grupo específico, sino que se extiende a todos los rincones de la tierra, recordándonos que el amor de Dios no tiene fronteras. Cada palabra de este salmo está cargada de gratitud, y nos enseña que la alabanza debe ser continua en la vida del creyente.

Cuando reconocemos la fidelidad de Dios, entendemos que Su promesa nunca falla. A través de las generaciones, Él ha sostenido a Su pueblo, ha guardado a los suyos, y ha mostrado compasión incluso cuando no la merecíamos. Esa fidelidad inquebrantable es motivo suficiente para postrarnos en adoración y rendirle toda la gloria. Las promesas del Señor son seguras, y Su Palabra permanece firme para siempre.

Este salmo también nos enseña que la adoración no debe ser un acto ocasional, sino una actitud constante del corazón. Alabar a Dios no solo es cantar o decir palabras bonitas; es vivir en obediencia, demostrar amor al prójimo y caminar bajo Su voluntad. Cada día tenemos la oportunidad de exaltar Su nombre a través de nuestras acciones, palabras y pensamientos. Quien reconoce la bondad de Dios, no puede permanecer en silencio.

En medio de un mundo que muchas veces olvida a su Creador, los hijos de Dios deben ser aquellos que mantienen viva la llama de la alabanza. La fidelidad divina es el ancla que nos sostiene cuando todo parece incierto. Su misericordia no se agota, y Su amor se renueva cada mañana. Por eso, debemos proclamar con alegría: “¡Alabemos al Señor por siempre, porque Su misericordia es eterna y Su fidelidad no tiene fin!”.

Recordemos que al alabar al Señor, no solo estamos reconociendo Su grandeza, sino también fortaleciendo nuestra fe. La alabanza nos conecta con el cielo, nos llena de esperanza y nos ayuda a mantener la mirada en Aquel que es digno de toda gloria. Que cada uno de nosotros pueda vivir con un corazón agradecido, y que en todo tiempo, como dice el salmista, podamos decir: “Aleluya, alabemos al Señor, porque Él es bueno y Su misericordia es para siempre.”

La maldad matará al malo
Destrucción a los que hacen maldad