No te niegues a hacer el bien

Como seres humanos creados a imagen de Dios, debemos recordar que nuestra vida tiene un propósito más allá de nosotros mismos. El Señor nos llama a vivir haciendo el bien, reflejando Su carácter y Su amor en cada acción. No se trata solo de evitar el mal, sino de practicar la bondad activamente, siendo instrumentos de bendición para los demás. Debemos hacer el bien siempre que tengamos la oportunidad, porque hemos recibido del Señor innumerables bondades: la vida, la salud, el perdón y la gracia inmerecida. Así como Dios ha sido bueno con nosotros, también nosotros debemos ser buenos con nuestro prójimo.

Muchas veces, la vida nos pone frente a decisiones en las que podemos elegir entre ayudar o ignorar, entre dar o retener, entre perdonar o guardar rencor. Es allí donde se demuestra el corazón que tenemos. La Biblia nos enseña que no debemos negarnos a hacer el bien cuando esté en nuestras manos hacerlo. Cada acto de bondad, por pequeño que parezca, tiene valor eterno delante de Dios. No sabemos cómo una palabra de aliento, una ayuda económica o una simple oración pueden cambiar la vida de alguien.

No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo.
Proverbios 3:27

El llamado de este proverbio también nos enseña a actuar con bondad y justicia, no solo cuando nos conviene, sino incluso cuando hacerlo requiere sacrificio. Jesús nos enseñó a amar aun a nuestros enemigos y a bendecir a los que nos maldicen. Si somos verdaderos seguidores de Cristo, debemos reflejar ese amor compasivo en nuestras acciones. Hacer el bien no siempre será recompensado por los hombres, pero el Señor que ve en lo secreto recompensará públicamente a los que obran con rectitud y misericordia.

Dios nos da fuerza, recursos y oportunidades precisamente para que podamos ayudar a quienes lo necesitan. Nada de lo que tenemos es solo para nosotros; todo nos ha sido confiado para administrar bien. Si ves a alguien en necesidad y puedes hacer algo, no cierres tu corazón. Recuerda que quizá mañana tú necesites ayuda, y será Dios quien toque el corazón de otro para tenderte la mano. No te niegues a hacer el bien, porque el Señor está mirando desde los cielos, observando cómo usamos la vida que nos ha dado.

Amado hermano y amigo, el bien que haces no se pierde. Cada obra buena, cada acto de amor y cada gesto de compasión se acumulan como tesoros en el cielo. Vive cada día buscando oportunidades para bendecir, y tu vida será una expresión viva del amor de Cristo. No esperes reconocimiento, hazlo por gratitud a Dios. Como dice Gálatas 6:9: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” Que esta palabra te motive a continuar obrando con fe, amor y esperanza, sabiendo que el bien nunca es en vano ante los ojos del Señor.

Si no tomas tu cruz y no sigues a Jesús, no eres digno de Él
No habrá más maldición

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *