Gracias Dios por escuchar la voz de mis ruegos

Gracias, Señor, te doy por lo grande y bueno que has sido conmigo. Cuando todo parecía perdido y creía que no saldría de aquel problema, Tú extendiste tu mano poderosa y me libraste. Por eso, cada mañana cuando abro mis ojos y elevo mi ruego hacia Ti, confío en que escuchas mis oraciones. Tú has sido mi refugio en la angustia, mi consuelo en la tristeza y mi fortaleza cuando ya no quedaban fuerzas. Cada día que amanece es una nueva oportunidad para reconocer que tu amor no tiene límites y que tu fidelidad se renueva sobre mi vida.

Tus misericordias son nuevas cada mañana, tal como lo declara Tu Palabra. ¿Quién como Tú, Señor, que levantas al caído, sanas al quebrantado de corazón y restauras lo que parecía perdido? Cuando las lágrimas cubren mi rostro, Tú las secas con tu ternura. Por eso no dejo de elevar mis clamores hacia Ti, porque solo Tú puedes escucharme. Los hombres fallan, las circunstancias cambian, pero Tú permaneces fiel. Eres mi única esperanza, mi roca firme, el que transforma mi lamento en baile y mi tristeza en gozo.

Bendito sea Tu nombre para siempre, Señor. En cada amanecer quiero postrarme ante Ti, arrodillarme y rendirte adoración. Desde la tierra clamo, y Tú, desde los cielos, escuchas mi voz. Eres el Dios que no se cansa de oír a los que claman con corazón sincero. Aunque mi voz sea débil, Tú la reconoces entre miles; aunque mis palabras sean torpes, Tú entiendes mi corazón. Por eso mis labios y mi boca no se cansarán de alabarte, porque todo lo que soy y todo lo que tengo proviene de Ti.

Señor, hoy te damos gracias por cada momento en que has respondido a nuestras oraciones. Si hoy tenemos vida, si aún respiramos, es porque Tú has tenido compasión de nosotros. Sin Ti, nuestras vidas estarían vacías, sin rumbo ni esperanza. Pero Tú nos llenas de propósito, nos sostienes con tu amor y nos enseñas a esperar en Ti. Por eso, con todo mi corazón te alabaré y a Ti clamaré por siempre y para siempre, porque Tú eres mi Dios, mi refugio eterno y la razón de mi alabanza. Amén.

No habrá más maldición
Dios en su ira reparte dolores a los impíos

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