Debemos reconocer que Jesús es el hijo de Dios que fue enviado para darnos vida eterna. Dio su vida en la cruz del calvario para que fuésemos acercados a Dios.
Aquellos que creen, confían y dan puro testimonio de Cristo Jesús, podrán obtener salvación y vida eterna. Estos serán salvos de la ira de Dios porque creyeron en el Hijo de Dios.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa a creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
Juan 3:36
La clave de la vida eterna es creer en el Hijo de Dios. Aquel que viene desde los cielos con gran poder y gloria y que merece toda gloria, honra y honor. Este Jesús el Cristo, conocedor de todas las cosas, es el dador de vida eterna y a Él debemos creer.
Si no has creído que el Hijo de Dios fue enviado para salvarnos y darnos vida eterna, es tiempo de que recapacites y reconozcas que Jesús es el Cristo, de que creas que un día vendrá a buscar a Su pueblo para ir a morar con Él por toda la eternidad. Cree esto hoy.
Cuando la Biblia nos habla de creer en Cristo, no se refiere solamente a aceptar Su existencia, sino a poner nuestra confianza plena en Él, a depender de Su gracia y Su misericordia. Creer es confiar en que Su sacrificio en la cruz fue suficiente para limpiar nuestros pecados y abrirnos las puertas de la vida eterna.
El apóstol Juan enfatiza que la fe no es un simple sentimiento, sino una decisión de corazón que cambia la manera en que vivimos. Cuando creemos en el Hijo de Dios, somos transformados, recibimos una nueva identidad y caminamos como hijos de la luz. De esta manera, ya no vivimos bajo condenación, sino bajo la promesa de la vida eterna.
La obra de Cristo es completa. Él vino al mundo para que tengamos vida en abundancia, y esa abundancia no se refiere únicamente a cosas materiales, sino a la paz interior, al gozo en medio de las pruebas y a la esperanza segura de que un día estaremos con Él en gloria. Esa es la verdadera riqueza que no se compara con nada en este mundo.
Por otro lado, la Biblia también es clara al advertir que rechazar a Cristo trae consecuencias. El pasaje de Juan 3:36 nos enseña que aquel que rehúsa creer “no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Esta es una verdad seria y profunda: sin Cristo no hay esperanza de salvación. Por eso la decisión de creer en el Hijo de Dios es la más importante que una persona puede tomar en toda su vida.
Muchos buscan llenar el vacío de su corazón en logros personales, riquezas o placeres, pero solo Cristo puede darnos esa paz que sobrepasa todo entendimiento. Él es el único camino al Padre, la única verdad que permanece y la vida que nunca se acaba. Creer en Él no es una opción secundaria, es la puerta a la eternidad.
Querido lector, este es el momento de reflexionar. Si ya crees en Jesús, fortalece tu fe cada día, alimenta tu corazón con la Palabra y comparte con otros la esperanza de la vida eterna. Y si aún no has creído, hoy tienes la oportunidad de abrir tu corazón, de reconocer a Jesús como el Hijo de Dios y Salvador personal. Recuerda que mañana no está garantizado, y la salvación es un regalo que se recibe hoy por fe.
Jesús prometió que volverá por aquellos que le esperan. Ese día será de gozo para quienes creyeron, pues escucharán las palabras: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros”. Esa es la esperanza que nos sostiene en medio de cualquier dificultad. Vivamos con esa certeza, confiando plenamente en el Hijo de Dios que nos dio vida eterna.