No temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas

Creamos fielmente en las promesas que el Señor nos ha hecho, porque Él es fiel, verdadero y nunca deja de cumplir Su palabra. Nuestro Dios no es hombre para mentir ni hijo de hombre para arrepentirse; lo que Él dice, lo cumple, y lo que promete, lo lleva a cabo. Por eso, como hijos suyos, debemos aprender a confiar, aun cuando las circunstancias parezcan contradecir lo que Dios nos ha dicho. Las promesas del Señor no fallan, y cada palabra que sale de Su boca tiene un propósito eterno.

Cuando las promesas de Dios se manifiestan, no traen tristeza ni confusión, sino gozo, paz y bendición. El Señor nunca nos da algo para destruirnos, sino para fortalecernos y mostrarnos Su amor. Si depositamos toda nuestra confianza en Él, podremos experimentar esa plenitud espiritual que sobrepasa todo entendimiento. Dios no miente, no tarda sin razón, y aunque parezca que Su respuesta se demora, Él siempre llega a tiempo. Cada promesa tiene su momento y cada bendición llega cuando estamos listos para recibirla. Él ha determinado que tanto tú como tu familia sean parte de Su plan perfecto, y eso incluye recibir Su favor, Su protección y Su provisión.

El profeta Joel, inspirado por el Espíritu Santo, transmitió un mensaje de esperanza al pueblo de Judá, una nación que había pasado por momentos de destrucción, sequía y desolación. Pero aun en medio de su aflicción, Dios habló palabras de ánimo y restauración, recordándoles que el futuro estaba en Sus manos:

Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas.

Joel 2:21

Este versículo es un canto de victoria, una declaración de fe que invita a confiar en la fidelidad de Dios. “Tierra, no temas” fue un llamado a dejar atrás el miedo, a mirar con esperanza y a regocijarse anticipadamente por lo que el Señor haría. Joel entendía que cuando Dios promete, también actúa. Por eso animó al pueblo a alabar antes de ver el cumplimiento, a celebrar antes del milagro. Esa es la fe verdadera: alegrarse sabiendo que el Señor está obrando, aunque todavía no lo veamos con nuestros ojos.

Podemos imaginar el gozo de este profeta al pronunciar estas palabras. Su corazón rebosaba de esperanza porque sabía que las obras del Señor son reales y poderosas. Él había visto la mano de Dios restaurar lo que se había perdido, transformar lo seco en fértil y convertir el llanto en alegría. Así también nosotros debemos creer que las promesas del Señor no son solo para el pasado, sino para hoy. Él sigue obrando, sigue restaurando y sigue haciendo grandes cosas entre Su pueblo.

Querido hermano, gózate y alégrate, porque Dios puede hacer grandes cosas en tu vida. No importa cuán difícil parezca tu situación o cuántas puertas se hayan cerrado, el Señor tiene el poder de abrir caminos donde no los hay. Él no se ha olvidado de ti, y aunque todo parezca oscuro, la luz de Su promesa pronto brillará. Solo debes creer, mantenerte firme en la fe y no soltar Su mano. La fidelidad de Dios es eterna, y Su amor no cambia con las circunstancias.

Así que no te dejes llevar por el momento difícil que puedas estar atravesando. No pierdas la esperanza ni te desenfoques de lo que el Señor ha preparado para ti. Recuerda que los tiempos de prueba no son para destruirnos, sino para moldear nuestro carácter y fortalecer nuestra fe. Cada proceso tiene un propósito divino, y detrás de cada lágrima hay una promesa esperando cumplirse. Permanece confiando en que, al final, el Señor proveerá una salida perfecta, porque Él es fiel y justo en todo lo que hace.

Dios tiene el control, y lo que hoy parece imposible será motivo de testimonio mañana. Cree en Sus promesas, confía en Su tiempo y mantén tu corazón agradecido. Así como el profeta Joel vio la restauración de Judá, tú también verás la restauración de tu vida. Jehová hará grandes cosas; solo espera en Él con fe, porque Su palabra nunca vuelve vacía. Amén.

El que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere
Dios es quien da el crecimiento