¿Quién más estuvo conmigo el día de mi quebranto sino solo Tú Señor?. Tú siempre has sido mi sustento, mi refugio, mi roca, mi apoyo. Es por esto mismo que David menciona las siguientes palabras en un cántico luego de haber sido librado de la mano de todos sus enemigos:
Me asaltaron en el día de mi quebranto; Mas Jehová fue mi apoyo,
2 Samuel 22:19
Ciertamente llegarán días malos a mi vida pero yo sé que Tú estarás a mi lado ayudándome a pelear y dándome la victoria. Cuando llegue ese momento, ayúdame a recordar que estás ahí, no dejes que la duda invada mi mente, permite que yo recuerde que Tú eres mi apoyo, que estás conmigo y me darás la salida.
En versículo que vimos anteriormente podemos notar dos partes muy importantes. La primera es «Me asaltaron en el día de mi quebranto», esta es una expresión que podemos tomar pensando en que en el peor día de David sus enemigos fueron contra él. Muchas veces nos pasa lo mismo, que cuando pensamos que las cosas no pueden ir peor, entonces llega otra lucha.
La segunda parte dice «Mas Jehová fue mi apoyo», dando a entender, que aunque todo iba de mal a peor, Dios llegó en su auxilio. Así mismo llega el Señor a nuestras vidas, cuando nos sentimos desamparados, cuando pensamos que vamos a ser consumidos y que ya no podremos más, entonces llega Jesús con su mano amiga y nos da la victoria.
Nuestro consejo en este momento es que no dejemos de confiar en Dios, su mano estará siempre ayudándonos para que podamos vecer. No desmayes, no te canses, sigue peleando, que tu galardón será grande.
En la vida cristiana siempre existirán momentos de quebranto. El mismo Jesús nos advirtió que en el mundo tendríamos aflicciones, pero también nos dio la promesa de que Él ha vencido al mundo (Juan 16:33). Es decir, que aun cuando pasemos por momentos difíciles, nunca debemos olvidar que no estamos solos, sino que contamos con el auxilio del Todopoderoso. David, al escribir este cántico, reconocía que si había vencido no era por sus propias fuerzas, sino por el poder de Dios que lo sostuvo en medio de sus batallas.
El quebranto puede manifestarse de muchas maneras: en enfermedades, en problemas familiares, en crisis económicas o en luchas internas que parecen consumirnos. Sin embargo, la Palabra nos recuerda que la gracia de Dios es suficiente y que en nuestra debilidad se perfecciona Su poder (2 Corintios 12:9). Esto quiere decir que, aunque nuestras fuerzas se agoten, siempre habrá un apoyo divino que nos levanta y nos da nuevas fuerzas para seguir adelante.
Debemos tener presente que las pruebas no son señales de abandono, sino oportunidades para ver la fidelidad de Dios. Cuando todo parece derrumbarse, el Señor se manifiesta como roca firme. Tal como dice el Salmo 46:1: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones». Estas palabras nos muestran que, en cualquier circunstancia, siempre habrá un refugio seguro en Él.
En muchas ocasiones el enemigo intentará debilitarnos justo en nuestros momentos más frágiles, porque sabe que allí somos vulnerables. Pero es en esos instantes donde debemos levantar nuestra fe y recordar que no peleamos solos. Cada lágrima, cada lucha y cada dolor son vistos por nuestro Padre celestial, y Él promete que ninguna prueba será más grande de lo que podamos soportar (1 Corintios 10:13).
Por eso, querido lector, cuando llegue el día de tu quebranto no lo veas como el fin, sino como la oportunidad perfecta para experimentar el poder y el consuelo de Dios. Aférrate a Su Palabra, ora sin cesar y mantén viva la esperanza. El mismo Señor que sostuvo a David en sus batallas es el que hoy extiende Su mano para levantarte.
Reflexión final: Todos pasaremos por días difíciles, pero lo que marcará la diferencia será nuestra confianza en Dios. Si ponemos nuestra mirada en las circunstancias, nos desanimaremos; pero si fijamos nuestra mirada en Cristo, encontraremos paz y victoria. Recuerda siempre que, aunque te asalten en el día de tu quebranto, Jehová será tu apoyo, tu fortaleza y tu salvador.