El mejor beneficio que un ser humano puede recibir de Dios, es ser cuidado por Él, o sea, tener la protección de Dios siempre, por eso pase lo que pase, sigue adorando a Dios en todo momento, rinde a Él todo lo mejor que tiene tu corazón, con regocijo, que tu espíritu tenga libertad para adorar al Señor.
La protección de Dios es un regalo invaluable que no se compara con nada de lo que este mundo pueda ofrecer. Muchos buscan seguridad en riquezas, en el poder, en los contactos o en el reconocimiento social, pero la verdadera paz y confianza solo vienen cuando sabemos que nuestro Señor está de nuestro lado. Por eso, el mayor privilegio que tenemos como hijos de Dios es poder adorarlo, confiar en Él y descansar bajo la sombra de Sus alas.
Dale un mandato a tu alma, ordena a que adore al Señor, que rinda pleitesía solo al Dios de tu salvación, un Dios grande en misericordia, en bondad, Él es nuestro único Dios, grande y verdadero. Es que cuando adoramos a Dios, en todo nuestro entorno suceden cosas muy maravillosas, es que Dios está ahí, está a tu lado dándote esa protección que tú necesitas.
En el salmos 103:1-2, nos encontramos con algo muy importante sobre alabanza que día a día dedicaba al Dios todopoderoso:
1 Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.Salmos 103:1-2
Este salmo como bien claro dice, es una gran dedicación de alabanzas al Señor, por Sus bondades, por Su misericordia que día a día le acompañaba. ¿Podemos nosotros decir lo mismo que decía David? Este hombre mandaba a su alma a alabar a Dios, a exaltar Su nombre sobre todas las cosas.
David entendía que su vida estaba en manos de Dios. Él había pasado por momentos de persecución, soledad y angustia, pero aun así nunca dejó de reconocer la mano protectora del Señor. Es por eso que exhortaba a su propia alma a no olvidar ninguno de los beneficios de Dios: la vida, la salud, la provisión, el perdón, la restauración y la esperanza de un futuro eterno.
Dios siempre salvaba al salmista de aquellos que querían su destrucción, pero Dios nunca llegaba tarde, Él estaba mirando todo y actuaba en el momento preciso para salvarlo. El mismo salmista dice, «acuérdate de sus beneficios», es decir, él estaba diciendo «todo lo que tenemos y somos es por nuestro Dios, alabemos Su santo y bendito nombre».
Hoy en día, nosotros también podemos dar testimonio de cómo el Señor nos protege en medio de las dificultades. Quizás no tenemos enemigos físicos como los que tenía David, pero sí enfrentamos pruebas, enfermedades, angustias, soledad y momentos de incertidumbre. Sin embargo, al igual que el salmista, podemos recordar cada beneficio recibido de Dios y levantar nuestra voz en gratitud.
No olvidemos que cuando adoramos, algo sucede en lo espiritual: nuestra fe se fortalece, nuestros corazones se llenan de gozo y la atmósfera cambia, porque la presencia de Dios se manifiesta. Es imposible adorar al Señor y permanecer igual. La adoración transforma nuestra vida, nos llena de esperanza y abre puertas que creíamos cerradas.
Querido lector, reflexiona en tu propia vida. ¿Cuántas veces Dios te ha librado del mal sin que siquiera lo notes? ¿Cuántas veces te ha sostenido cuando pensabas que no ibas a poder más? Cada nuevo día, cada respiración, cada victoria, es un recordatorio de que el Señor sigue estando de tu lado.
Así que, no te canses de adorar al Señor. Que tu alma bendiga a Jehová en todo momento, y que nunca olvides ninguno de Sus beneficios. Levanta tus manos, abre tu corazón y recuerda que el mejor beneficio que tienes es que Dios mismo te protege, te cuida y te acompaña en cada paso que das.
Conclusión: No hay tesoro más grande que vivir bajo la protección de Dios. Adorémosle con todo nuestro ser, porque Él es quien nos sostiene, quien nos guarda y quien nos concede cada día nuevos beneficios. Como David, ordenemos a nuestra alma a bendecir el santo nombre de nuestro Dios, y veremos cómo Su gracia y Su amor nos rodean siempre.