En nadie más y solo en mi Amado Señor debo confiar, Él eres mi sustento y mi ayudador, el que guarda mi vida de todo peligro, por eso es bueno que nuestra confianza esté depositada en Dios y solamente en Dios. No dudemos de todo lo que Dios puede hacer en nuestras vidas.
La confianza en Dios es algo vital en el creyente, es algo que no puede faltar en nosotros, porque siempre tenemos que confiar en Dios. En la antigüedad los grandes hombres de Dios siempre tuvieron su confianza puesta en Él.
Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.
Isaías 26:4
Estar en perfecta paz en el Señor es lo mejor que nos puede pasar, por eso es que el mismo Dios nos manda a que siempre confiemos en Él, en nadie más podemos confiar sino en Él.
Dios es quien nos hace descansar en nuestros nuestros momentos duros. El versículo que vimos en este artículo nos ordena a confiar en Dios para siempre ¿Por qué? Porque cuando aumentamos nuestra confianza en Dios, las cosas serán diferentes, que aunque veamos escasez en nuestro hogar, aunque hayan conflictos, Dios estará con nosotros y nos dará la salida a esa situación.
¿Estamos nosotros dispuestos a creer fielmente en el Señor, que aunque las cosas sigan de mal en peor creamos en Él? No dejemos de hacerlo, porque así como Dios ha ayudado a todos aquellos que creyeron en Él, también lo hará contigo porque tú también crees fielmente.
Reflexión final
Confiar en Dios no es simplemente repetir con los labios que creemos en Él, sino vivir cada día con la certeza de que Su palabra es verdadera y que Sus promesas no fallan. La confianza genuina en el Señor se manifiesta cuando, en medio de la escasez, de la enfermedad, de la soledad o de la incertidumbre, levantamos nuestra mirada al cielo y decimos: “Señor, en Ti confío, porque sé que tienes cuidado de mí”. Esa fe no se apoya en lo que vemos, sino en lo que creemos: que Dios es fiel.
Los grandes hombres y mujeres de la Biblia aprendieron a confiar en Dios en medio de la adversidad. Abraham confió en la promesa de tener descendencia aun cuando todo parecía imposible; Moisés confió en el poder de Dios para abrir el Mar Rojo; Daniel confió en que Dios lo libraría del foso de los leones. Y de la misma manera, hoy nosotros somos llamados a vivir con esa misma fe y confianza. Dios no cambia, Su fidelidad permanece para siempre, y lo que hizo por ellos también lo puede hacer en nuestras vidas.
La confianza en el Señor también nos lleva a descansar. El ser humano busca constantemente seguridad en el dinero, en las amistades, en el trabajo o en sus propias fuerzas, pero todas esas cosas pueden fallar. Sin embargo, el que deposita su confianza en el Dios eterno nunca será defraudado. Él es la roca firme que no se mueve, el refugio seguro en la tormenta, el pastor que cuida de Sus ovejas. En Él encontramos paz aun en medio del caos.
Querido lector, toma hoy la decisión de confiar plenamente en el Señor. No pongas tu esperanza en lo pasajero, sino en Aquel que vive y reina por los siglos. La invitación de Isaías 26:4 sigue vigente: “Confiad en Jehová perpetuamente”. Que nuestra fe no sea temporal ni condicional, sino constante y firme, porque el Dios en quien creemos es la fortaleza de los siglos. Y al final de todo, veremos que nunca nos abandonó, porque Él siempre cumple Su palabra.