Señor, solo Tú puedes darme la dirección sobre las direcciones que debo tomar cada día, vengo a Ti Señor porque, eres mi sustento y sin Ti nada puedo hacer. Tu dirección Dios, es la que me ayuda seguir el camino recto, es por eso que voy delante de Ti porque sé que en Ti puedo yo confiar.
Señor, Tu dirección me hace caminar por buen lugar, porque solo Tú conoces por dónde puedo yo caminar, oro a Ti porque se que si hay peligro y Tú me dijeres que cruce, es porque Tú me sostendrás y pasaré por ese lugar sin nada a qué temer. Es por eso que todos los días me postro ante Ti y oro confiado en Ti.
¡Oh mi Dios!, muéstrame Tu sendas cada día, muéstrame el camino que debo recorrer, y solo con Tu dirección que es perfecta, puedo yo llegar a mi destino.
4 Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas.
5 Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día.
Salmos 25:4-5
Al junto de la escritura anterior puedo decir en clamor «Señor, muéstrame Tu camino que es perfecto, Tus sendas son magníficas, Tus obras perfectas. Tú eres mi Dios y solo en Ti puedo confiar plenamente, Señor, camino a cualquier lugar porque eres Tú quien me guía y me haces sentir confiado».
Dios, dame cada día las fuerzas para poder seguir caminando, ¿En quién más puedo yo confiar? Solo Tú mi Dios me haces sentir que Tu dirección es buena y perfecta. Cuando me dices que camine por este camino, pues caminaré, porque solo en Ti confío.
Cuando entendemos que la dirección de Dios es perfecta, nuestra vida adquiere un sentido diferente. Muchas veces intentamos caminar según nuestra propia prudencia, tomando decisiones basadas en emociones o en la lógica humana, pero olvidamos que nuestro Padre celestial conoce el principio y el final de todas las cosas. Él sabe cuáles son los caminos seguros y cuáles son los que nos pueden desviar de Su voluntad. Confiar en Él implica rendir nuestra voluntad y aceptar que sus planes son mejores que los nuestros.
El salmista David comprendía esta verdad cuando clamaba: “Muéstrame tus caminos”. Este clamor sigue siendo actual para nosotros hoy. Necesitamos que Dios nos muestre cuál trabajo aceptar, qué amistades cultivar, qué proyectos emprender y cuáles decisiones tomar. El Señor no solo quiere guiarnos en grandes cosas, sino también en las decisiones diarias y sencillas, porque en cada una de ellas Él desea mostrarnos su fidelidad.
Además, es importante reconocer que la dirección de Dios trae paz. Cuando caminamos bajo Su consejo, aunque haya adversidad, nuestro corazón descansa porque sabemos que estamos donde Él quiere que estemos. Incluso en medio de pruebas, esa dirección divina se convierte en un refugio seguro. Así como Israel fue guiado por una columna de nube de día y de fuego de noche, tú y yo hoy tenemos Su Espíritu Santo que nos orienta y fortalece.
Reflexión final
Querido lector, este pasaje y esta oración nos invitan a depender de Dios en todo momento. No se trata solo de pedirle en momentos difíciles, sino de reconocerlo en todos nuestros caminos para que Él enderece nuestras veredas (Proverbios 3:5-6). Cada decisión, cada paso, cada proyecto debe comenzar con una oración humilde que diga: “Señor, muéstrame tu camino”. Solo así podremos vivir con la certeza de que nuestra vida no se mueve al azar, sino bajo la mano poderosa del Padre que todo lo ve y todo lo dirige.
Así como el salmista clamó, hazlo tú también. Dios está dispuesto a dirigir tu vida, a guiarte por sendas de justicia y a protegerte en cada paso que des. Aunque no veas el camino completo, confía en que Aquel que te sostiene no fallará. Si pones tu confianza en Él, caminarás seguro, llegarás al destino correcto y experimentarás paz aun en medio de la incertidumbre. La dirección divina es el mejor regalo que puedes recibir y es también la garantía de que tu vida tendrá sentido y propósito.