Iglesias deben adorar al Partido Comunista para poder mantenerse abiertas

China últimamente ha estado utilizando las iglesias para propagar las ideas del Partido Comunista de China (PCCh). Los servicios en las iglesias que están funcionando están siendo monitoreados y los locales deben llevar un letrero visible que diga: «Estación de práctica de civilización para una nueva era». Esta frase resume la intención del gobierno: transformar los lugares de culto en centros de adoctrinamiento político, subordinando la fe cristiana a los intereses del Estado.

En el mes de octubre, el departamento de asuntos religiosos de Putian, una ciudad prefectura de la provincia de Fujian, gastó 500.000 yuanes (poco más de 76 mil dólares americanos) para construir el primer piso de una Iglesia de los Tres Autos en la ciudad de Daitou, distrito de Xiuyu. Sin embargo, más que un espacio para adorar a Dios, este primer piso fue convertido en una estación de entrenamiento ideológico del PCCh. Esto muestra cómo los recursos que deberían ser destinados al desarrollo espiritual de los creyentes se utilizan en cambio para reforzar la narrativa política oficial.

Más de 100 funcionarios del gobierno asistieron a la inauguración de este centro de propaganda el 6 de noviembre. Durante el evento, el lugar se llenó con 168 carteles sobre Mao Tse-tung, Xi Jinping y otros líderes comunistas tanto del pasado como del presente. El ambiente que debería estar dedicado a la predicación del Evangelio se transformó en un museo de exaltación política, donde la figura de los gobernantes sustituye al mensaje de Cristo.

Ese día, el pastor de la iglesia se vio obligado a integrar historias del genocida Mao Zedong en su sermón. La incomodidad era evidente, tanto para él como para la congregación, que terminó reuniéndose en el segundo piso del edificio para tratar de mantener su adoración sin la imposición directa de la propaganda. Lo que debería ser un sermón centrado en la Biblia se convirtió en un discurso manipulado por las exigencias del Estado.

Un miembro de la iglesia expresó con tristeza: “No nos atrevemos a rechazar estos materiales de propaganda por temor a que el gobierno prohíba nuestras reuniones. Somos impotentes para desafiarlos”. Esta confesión refleja el miedo constante en que viven muchos creyentes chinos: adorar en paz puede significar aceptar condiciones que distorsionan su fe.

Numerosos lugares de culto han recibido un ultimátum del gobierno: si no hay un retrato del presidente Xi Jinping en la iglesia, el lugar será cerrado. La orden se emitió en agosto después de que una iglesia de los Tres Autos en Shangrao, provincia de Jiangxi, rechazara la orden de exhibir el retrato del líder comunista. La consecuencia fue inmediata: la iglesia enfrentó amenazas de cierre. En un sistema donde el Estado lo controla todo, incluso la imagen del líder político debe ocupar un lugar de honra por encima del mismo Cristo.

Después de aquel evento, un representante del gobierno llegó al lugar y personalmente colgó el retrato del presidente en un calendario religioso en la pared de la iglesia. Además, se exigió que en el templo se colgaran cuatro banderas nacionales y consignas sobre valores socialistas, todo en orden y bajo supervisión oficial. La fe, de esta forma, es desplazada y convertida en un apéndice del adoctrinamiento político.

Un predicador comentó resignado: «Tuve que estar de acuerdo con esto, por temor a perder nuestro lugar de reunión». Sus palabras son un ejemplo claro de cómo el gobierno obliga a los líderes religiosos a comprometer sus convicciones, bajo la amenaza constante de perder su espacio de culto.

Incluso la formación de los futuros pastores se encuentra bajo presión. Un seminario protestante estatal en Zheijiang ha sido obligado a enseñar a sus estudiantes a predicar de acuerdo con los dogmas socialistas y a interpretar la Biblia bajo la óptica del socialismo. Según un estudiante de la institución, los profesores insisten en que el mensaje bíblico debe alinearse con las ideologías políticas del Partido, lo que representa una clara manipulación de la Palabra de Dios.

El portal Bitter Winter informó que todos los sitios religiosos, sin importar su tradición, están siendo obligados a adoctrinar a sus seguidores al socialismo. Ni siquiera los templos budistas se libran de estas imposiciones, ya que también han sido puestos bajo el control del Partido Comunista. El resultado es un sistema donde cualquier expresión de fe queda subordinada a la política del Estado, transformando la religión en un simple instrumento de propaganda.

En conclusión, lo que está ocurriendo en China con las iglesias es un recordatorio doloroso de la lucha entre la fe auténtica y los intentos humanos de controlarla. Los creyentes chinos enfrentan una situación extremadamente difícil, donde su derecho a adorar a Dios libremente es condicionado a aceptar símbolos e ideologías contrarias a su fe. Sin embargo, la historia nos enseña que, aunque los gobiernos pueden intentar silenciar la voz de la Iglesia, la Palabra de Dios nunca será callada. El cristiano fiel sabe que su lealtad es primero al Reino de los Cielos, y aunque el costo sea alto, la verdadera fe no puede ser reemplazada por propaganda.

El Señor es quien sacia mi sed
No temeré a mi enemigo, porque el Señor está conmigo