Con rectitud de corazón, y con gozo acerquémonos a Dios

Cuando nos acercamos al Señor, debemos hacerlo con rectitud de corazón, pues esa es la manera en que mostramos confianza plena en que seremos respaldados por nuestro Dios. La rectitud de corazón no significa perfección humana, sino integridad, sinceridad y transparencia delante de Aquel que conoce lo más íntimo de nuestro ser. Dios se agrada cuando nos presentamos delante de Él con un espíritu humilde, limpio y dispuesto a obedecer Su voluntad, porque a los rectos les promete Su guía y Su respaldo.

La Biblia constantemente nos invita a caminar de manera recta delante de Dios. Esto no es un simple consejo moral, sino una dirección espiritual que garantiza estabilidad y fortaleza en medio de los procesos de la vida. Cuando caminamos con rectitud, podemos estar seguros de que nuestras decisiones estarán enmarcadas en la voluntad del Señor y, aunque surjan obstáculos, Él nos abrirá camino.

Por eso, permanezcamos rectos en el Señor, caminemos hacia adelante con la certeza de que, si nuestra confianza y nuestro corazón son íntegros, alcanzaremos nuestras metas en Dios. La rectitud no solo marca nuestra relación con el Señor, sino también con nuestro prójimo. Un corazón recto refleja en sus actos el carácter de Cristo: justicia, misericordia, fidelidad y amor. Y esa es la manera en que glorificamos a Dios en la vida cotidiana.

Otro punto importante es que debemos caminar rectos y actuar con gozo delante de nuestro Dios. No basta con obedecer externamente; la rectitud va acompañada de un espíritu alegre, confiado y agradecido. Un corazón recto y gozoso es testimonio de que nuestra confianza no está puesta en nuestras fuerzas, sino en el Dios que fortalece y sostiene. De esa manera podremos llegar a la meta que nos proponemos delante del Señor, sin importar las murallas u obstáculos que se levanten en nuestro camino. Las dificultades no desaparecen, pero sí se transforman en oportunidades para demostrar fidelidad a Dios.

En tiempos difíciles, la rectitud del corazón se pone a prueba. Es ahí donde necesitamos ayuda y fortaleza del Señor. Sin Su respaldo, nos sería imposible mantenernos firmes. Pero Dios ha prometido que aquellos que permanecen rectos y humildes serán enseñados, fortalecidos y guiados en todo momento. Así lo afirma el salmista:

8 Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

9 Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera.

Salmos 25:8-9

Estos versículos nos muestran la bondad y la rectitud del Señor. Él no solamente es perfecto en justicia, sino también en misericordia. Aun cuando hemos fallado, Dios nos ofrece instrucción y dirección. Promete encaminar a los humildes y enseñar a los mansos. La humildad es el terreno fértil donde florece la enseñanza divina, y la mansedumbre es la disposición correcta para caminar en la senda que Él traza.

Las personas rectas de corazón caminan firmes en los caminos del Señor, no porque nunca tropiecen, sino porque siempre se levantan y siguen confiando en Él. Caminan con gozo en su corazón, demostrando que su deleite está en Dios y en Su Palabra. El justo entiende que no hay mejor camino que permanecer fiel al Creador. Por eso, la rectitud no es una carga, sino un privilegio: el privilegio de andar en comunión con el Dios que dirige y sostiene.

Dios ayuda a todos aquellos que practican la misericordia y caminan en humildad. Él endereza sus sendas, les da entendimiento y limpia su camino de tropiezos. El Señor no abandona a quienes le buscan con sinceridad, sino que les instruye como Padre amoroso y les muestra el sendero de la vida eterna. Esta es la promesa fiel de nuestro Señor: que guiará y protegerá a los que caminan en integridad.

Conclusión

Caminar en rectitud de corazón delante de Dios no es una opción, sino una necesidad para todo creyente que desea agradar al Señor y recibir Su respaldo. La rectitud es vivir con sinceridad, sin doblez, buscando siempre obedecer Su Palabra. En tiempos de dificultad, esta rectitud nos sostiene, pues sabemos que el Señor es bueno y justo, y que guiará a los que se humillan delante de Él. Vivamos, entonces, cada día edificando nuestras vidas sobre el fundamento de la rectitud, el gozo y la humildad, porque quienes permanecen firmes en el Señor alcanzarán la meta y recibirán la corona de vida que nunca se marchita.

Cuando piensas que todo terminó, Dios tiene la última palabra
Si puedes creer, al que cree todo le es posible