Dios permanece en nosotros, alabemos y cantemos a Su nombre

Si Dios permanece en nosotros, debemos estar tranquilos y confiados en Él, darle gracias, alabar Su nombre, y darle cánticos de agradecimiento a nuestro Dios poderoso y fuerte que nos ayuda cada día.

Es un privilegio que nuestro Dios permanezca en nuestro corazones, porque si tenemos a Dios en nuestro corazones, las cosas son diferentes y por eso debemos alabar a Dios, reconocer que Él es bueno y que Su poder y Su misericordia nos acompañan a cada instante.

Cuando hacemos Su voluntad divina, con esto decimos que Dios está en nosotros, y de esta forma podremos continuar hacia adelante en el nombre de Jesús, alabando y glorificando Su nombre que es sobre todo nombre.

Veamos qué nos dice la Biblia sobre la permanecía de Dios en cada unos de Sus hijos:

22 y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.

24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

1 Juan 3:22-24

En los versículos anteriores se nos habla acerca de la permanencia de Dios en cada uno de nuestros corazones, si nuestro Dios está en nosotros, pues evitaremos caer en las artimañas del maligno y cada día guardamos Su palabras y es porque Cristo está en nosotros.

Así que, seamos rectos y firmes, ya que Su palabra permanece en nosotros. Seamos gratos delante de Él, que con todo el corazón podamos alabar Su nombre para siempre.

La permanencia de Dios en el corazón del creyente es una verdad transformadora. Cuando reconocemos que el Espíritu Santo mora en nosotros, comprendemos que no estamos solos ante las pruebas ni ante los desafíos diarios. Es esa presencia divina la que nos da fuerza para levantarnos después de cada caída, para resistir la tentación y para vivir de acuerdo con la voluntad de nuestro Padre celestial.

Muchos piensan que la vida cristiana consiste únicamente en asistir a un servicio religioso, pero la Biblia nos recuerda que permanecer en Dios es un estilo de vida. Implica orar constantemente, leer y meditar en Su Palabra, y sobre todo practicar el amor hacia nuestro prójimo. El apóstol Juan lo expresó claramente al decir que debemos creer en Jesucristo y amarnos los unos a los otros. Esa es la evidencia de que Dios habita en nosotros.

Cuando un cristiano permanece en Dios, no vive movido por el miedo ni por la desesperanza. Más bien, experimenta una paz profunda que sobrepasa todo entendimiento, una confianza que no se fundamenta en las circunstancias externas sino en la fidelidad de Dios. El salmista lo expresó en palabras sencillas pero poderosas: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?” (Salmo 27:1). Esa confianza es la que nos permite avanzar cada día con esperanza.

Debemos preguntarnos con sinceridad: ¿Está Dios permaneciendo en nosotros? No se trata solamente de palabras, sino de acciones visibles. El amor, la obediencia y la fe son señales claras de esa permanencia. Cada vez que perdonamos a alguien que nos ha ofendido, cada vez que elegimos la verdad en lugar de la mentira, cada vez que damos testimonio de Cristo con nuestras vidas, estamos confirmando que Su Espíritu guía nuestros pasos.

También es importante comprender que permanecer en Dios no significa vivir sin dificultades. Daniel permaneció en Dios aun en el foso de los leones, y sus amigos Sadrac, Mesac y Abed-nego lo hicieron en medio del horno de fuego. La diferencia es que en medio de esas pruebas no estaban solos, porque la presencia de Dios los acompañaba. Así también nosotros, aunque enfrentemos momentos de dolor o incertidumbre, podemos estar seguros de que Su mano poderosa está con nosotros.

Querido lector, te animo a que cada día busques a Dios de todo corazón. Permanece en oración, en lectura de la Palabra y en comunión con tus hermanos. Así la presencia de Dios será una realidad palpable en tu vida. No dejes que las distracciones de este mundo apaguen esa llama. Recuerda que solo en Cristo encontramos la verdadera paz y el propósito eterno.

En conclusión, la permanencia de Dios en nosotros no es un concepto teórico, es una experiencia viva que transforma nuestra forma de pensar, de actuar y de relacionarnos con los demás. Si permanecemos en Él, tendremos la certeza de que nuestras oraciones son escuchadas, que Su amor nos envuelve y que Su Espíritu nos fortalece en todo momento. Por eso, confiemos siempre en Su presencia y vivamos cada día agradecidos, sabiendo que Dios está con nosotros y en nosotros.

Alabemos a nuestro Señor nuestro libertador que siempre está con nosotros
Exalta a Dios con alabanzas y guarda Sus promesas en tu corazón