Por está razón es saludable hacer el Instituto Bíblico

Desde que somos pequeños nos admiten en una escuela para aprender, pero no necesariamente sobre religión, aunque hay escuelas que son cristianas e incluyen dicha materia. Pero, el fin es que para cada profesión hay que pasar por algún estudio para especializarse en dicha área.

Teniendo bien claro lo anteriormente escrito, debemos entender que también debemos prepararnos en las cosas del Señor. Cuando leemos la Biblia, todos esos hombres de Dios fueron preparados por el Señor para aprender de Su Palabra. El nuevo testamento nos habla de que Dios designó maestros para nuestro aprendizaje en Su Palabra.

Hay hermanos que dicen: «No necesito ir a un instituto bíblico porque el mismo Dios es quien me enseña». Debemos tener cuidado con eso, ya que el mismo Señor fue quien repartió dones, y a unos constituyó maestros para nuestra propia edificación:

11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,

12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,

13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

Efesios 4:11-13

¿Ya llegaste a la estatura de un varón perfecto? No importa cual sea tu respuesta, porque ninguno ha llegado, y es por ello que debemos comprender que el fin con el que Dios ha designado maestros es para que seamos perfeccionados en la obra del ministerio, ya que si realmente queremos ser buenos predicadores, entonces necesitamos ser conocedores de la Palabra de Dios.

No veas el Instituto Bíblico como un lugar donde te lavan el cerebro, simplemente míralo como un lugar para aprender más de Dios y aprender a ser objetivos con ciertos temas.

Cuando vamos a una universidad secular, dedicamos años de esfuerzo para alcanzar un título, y lo hacemos con disciplina, constancia y sacrificio. ¿Por qué entonces a veces pensamos que en el ministerio no se necesita preparación? Predicar no es simplemente tomar un versículo y hablar lo primero que venga a la mente; requiere responsabilidad, interpretación correcta y madurez espiritual para no caer en errores doctrinales. El apóstol Pablo, aunque tuvo una revelación personal de Cristo, también pasó años siendo instruido y compartiendo con otros siervos de Dios. Esto nos muestra que la formación es un proceso necesario.

Además, la Biblia nos advierte sobre los falsos maestros y doctrinas erróneas. Muchas veces esas enseñanzas surgen precisamente porque alguien no quiso someterse a una formación bíblica adecuada. Un instituto, una iglesia organizada o un maestro capacitado sirven como guías para ayudarnos a discernir entre la verdad y el error. De esta manera, crecemos en conocimiento, pero también en humildad, reconociendo que todos necesitamos aprender.

La preparación en la Palabra no solo es para pastores o predicadores, sino también para todo creyente que quiere dar buen testimonio en su vida diaria. Un cristiano preparado sabrá responder con mansedumbre y verdad cuando alguien le pregunte acerca de su fe, tal como nos exhorta Pedro en sus cartas. Es importante recordar que la enseñanza bíblica transforma nuestra mente y nos equipa para enfrentar los desafíos espirituales y morales de la sociedad actual.

Pensemos también en el ejemplo de los discípulos. Ellos caminaron tres años al lado del Maestro, escuchando, preguntando y recibiendo instrucción. Jesús mismo dedicó tiempo a enseñarles en privado, a explicarles las parábolas y a corregir sus pensamientos. Si el Hijo de Dios dedicó tanto tiempo a preparar a sus seguidores, ¿cómo nosotros podríamos pensar que no necesitamos preparación?

Hoy en día contamos con muchas herramientas: institutos bíblicos presenciales y en línea, seminarios, cursos de hermenéutica, y sobre todo, la guía del Espíritu Santo. Todo esto debe ser aprovechado para que nuestra fe no sea superficial, sino sólida. Recordemos que la ignorancia espiritual puede llevarnos a la confusión, mientras que el conocimiento nos da firmeza en medio de las corrientes de pensamientos del mundo.

Por lo tanto, el Instituto Bíblico o la preparación ministerial no son enemigos de la obra de Dios, al contrario, son un medio que el mismo Señor proveyó para que su pueblo sea edificado. Cada clase, cada tema, cada maestro, son instrumentos que Dios usa para formar corazones sensibles a Su voluntad. Allí no solo se adquieren conocimientos, sino también carácter, disciplina y amor por las almas.

Conclusión: La preparación espiritual es tan importante como la preparación académica o profesional. No podemos servir a Dios de manera eficaz sin conocimiento ni sin guía. Como creyentes, estamos llamados a crecer cada día, a madurar en la fe y a equiparnos para toda buena obra. Apreciemos a los maestros que Dios ha puesto en nuestro camino, valoremos el estudio bíblico, y nunca dejemos de aprender, porque el conocimiento de la Palabra es una de las mayores riquezas que podemos tener en la vida cristiana.

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