¿Qué son las maravillas del Señor? Son aquellas las cuales podemos contemplar día a día, son hazañas del Señor para que veamos Sus obras perfectas manifestadas en nuestras vidas.
Al ver Sus maravillas, nos regocijamos en el Dios Todopoderoso, ¿Por qué nos alegramos en el Señor? Porque vemos lo hermoso que es contemplar Sus poderosas maravillas.
Cuando vemos los cielos y la tierra, vemos estas obras y maravillas creadas con Su poderosa mano, y esto nos viste de alegría al ver Su mano maravillosa y poderosa trabajando a nuestro favor.
El Salmo 71, es una acción de gracias de David hacia Dios, por eso vemos a David diciéndole a Dios estas palabras de agradecimiento y honra al Señor:
Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.
Salmos 71:17
Aquí podemos observar lo que el salmista le dice al Señor en este Salmo 71. David veía las maravillas de Dios en su vida, David podía contemplar la tremenda obra que hacía Dios en cada uno de los lugares donde David se encontraba.
Por eso vemos cómo en este verso 17 David dice que Dios lo enseñó desde su juventud y le manifestó sus maravillas. Y es así como este hombre lo menciona, porque muchos de los salmos que este hombre ha escrito son de agradecimiento y de alabanzas a Dios por Sus hechos maravillosos.
Es bueno siempre agradecer a Dios por Sus buenas obras, por Sus poderosas maravillas, maravillas que podemos contemplar cada día, que vemos con nuestros ojos a Dios obrar con Sus manos poderosas, nuestro Dios es grande y poderoso por eso ¡oh Dios! a Ti te exaltamos siempre.
Cuando hablamos de las maravillas del Señor, no nos referimos únicamente a milagros extraordinarios, sino también a esas bendiciones diarias que muchas veces pasamos por alto. La vida misma es una maravilla, la salud que disfrutamos, la familia que nos acompaña, los alimentos que llegan a nuestra mesa y la paz que Dios deposita en nuestros corazones. Todo esto es parte de la obra perfecta del Creador.
El pueblo de Israel fue testigo de incontables maravillas. Desde la apertura del Mar Rojo hasta el maná que descendía del cielo para alimentarlos en el desierto, cada hecho mostraba la mano poderosa de Dios. Estos relatos nos recuerdan que el mismo Dios que obró en el pasado sigue manifestando Sus maravillas hoy en día en nuestras vidas, aunque muchas veces no las reconozcamos con facilidad.
Jesús también realizó grandes maravillas durante Su ministerio terrenal. Sanó enfermos, devolvió la vista a los ciegos, levantó paralíticos, multiplicó los panes y los peces, e incluso resucitó muertos. Cada una de estas obras no solo demostraba Su poder, sino también Su amor y compasión por la humanidad. En nuestros días, aunque quizás no presenciemos exactamente los mismos milagros, seguimos viendo cómo Dios transforma vidas, restaura familias y abre puertas donde parecía no haber salida.
La Biblia nos exhorta a recordar constantemente estas maravillas. En Deuteronomio 10:21 leemos: «Él es tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.» Este pasaje nos recuerda que debemos mantener viva la memoria de lo que Dios ha hecho, porque eso fortalece nuestra fe en los momentos difíciles.
El creyente que aprende a reconocer las maravillas del Señor vive una vida más agradecida. En lugar de quejarse por lo que falta, se enfoca en lo que Dios ya ha hecho y en lo que promete seguir haciendo. Esta actitud de gratitud abre camino a la paz y al gozo que solo el Espíritu Santo puede dar. Así como David se mantenía agradecido desde su juventud, nosotros también debemos cultivar esa disposición de honrar y reconocer a Dios en todo.
En conclusión, las maravillas del Señor no son algo lejano ni reservado solo para personajes bíblicos. Son realidades que experimentamos en el día a día: la naturaleza, la provisión, la salvación en Cristo Jesús y la esperanza de la vida eterna. Que cada uno de nosotros pueda abrir los ojos espirituales para ver la obra de Dios y alabarle por cada detalle de Su amor manifestado en nuestras vidas. Agradezcamos siempre al Señor, porque Sus maravillas son eternas y Su fidelidad nunca falla.