Jesús, mi amigo fiel

Confiemos cada día en Jesús el cual es nuestro único amigo fiel, no falla, Él siempre actúa con inmensa fidelidad.

Nuestro sustento, solo viene de nuestro amigo fiel, Él es quien nos sostiene cada día, no hay otro en el cual podamos confiar, solo en nuestro Señor Jesús.

El Señor nos inspira cada a que confiemos en Él, porque Su misma palabra nos muestra acerca de esto, Él es el único al cual podemos acudir, aún cuando no tengamos problemas, con Él nos podemos sentir en plena confianza.

Tanto así que nos dice: vengan todos los cargados y cansados y yo le haré descansar, este es nuestro Señor que nos deja esta palabras para que podamos confiar en Él.

Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.

Juan 15:15

En el verso 15 del capítulo 15 del libro de Juan, vemos con claridad, lo que el Señor nos dice, ya el no nos llamará siervo, más bien Él nos llamará amigos, porque el siervo no sabe lo del padre, porque él no sabe lo que hace su Señor, por eso el Señor hizo esta comparación para podamos entender que el único amigo fiel es Él.

Por eso entendamos con claridad todo lo que nuestro Señor dice aquí en el versículo que leímos anteriormente, Dios desde el principio nos mostró su amor, para que podamos confiar en él, lo hizo también a través de Su hijo Jesús.

Cuando hablamos de un amigo fiel, pensamos en alguien que siempre está dispuesto a escucharnos, a tendernos una mano en momentos de necesidad y a alegrarse con nosotros en los tiempos de victoria. Sin embargo, en la vida terrenal es difícil encontrar amistades que permanezcan intactas en todas las circunstancias. Muchas veces los amigos fallan, se alejan o nos decepcionan. Pero en Cristo tenemos un amigo que nunca nos falla, que siempre está a nuestro lado y que nos acompaña en cada paso que damos.

Jesús mismo nos enseñó que Él no es un amo distante ni un jefe severo, sino que nos llama amigos. Esto significa que tenemos acceso directo a su corazón y a su voluntad. No es una relación fría ni distante, sino una relación cercana, donde podemos hablarle con confianza y abrirle nuestro corazón sin temor. En los momentos de soledad, cuando parece que no hay nadie dispuesto a escucharnos, Él se convierte en nuestro confidente perfecto.

Un verdadero amigo no se aparta en los tiempos de crisis, y eso lo vemos claramente en la obra de Cristo. En los momentos de dolor, de enfermedad, de angustia y de pérdida, Él permanece con nosotros. La Biblia dice que “aunque tu padre y tu madre te dejaran, con todo, Jehová te recogerá” (Salmo 27:10). Ese es el nivel de fidelidad que Jesús nos ofrece, una fidelidad que trasciende los límites humanos y que permanece por la eternidad.

Podemos recordar muchos testimonios en la vida de creyentes que, a pesar de estar en medio de pruebas muy duras, nunca dejaron de experimentar la compañía del Señor. Incluso en los momentos de enfermedad, persecución o necesidad económica, siempre testificaron que Jesús estaba con ellos, dándoles paz y fuerzas para seguir adelante. Esto nos confirma que nuestro mejor amigo no es alguien que simplemente nos escucha, sino alguien que también actúa y obra a favor nuestro.

Además, Jesús es ese amigo que nos dice la verdad aunque a veces nos duela. Él nos corrige con amor, nos muestra el camino correcto y nos invita a alejarnos del pecado para vivir en santidad. Un verdadero amigo no es el que nos da siempre la razón, sino el que se preocupa por nuestra vida y nos guía por el buen camino. Jesús hace exactamente eso: nos muestra la verdad de Su Palabra y nos llama a vivir de acuerdo con ella.

Por todo esto, confiar en Cristo es la mejor decisión que podemos tomar en nuestra vida. Él no solo es nuestro Salvador, sino también nuestro consejero, nuestro refugio y nuestro amigo fiel. Cuando entregamos nuestras cargas en Sus manos, sentimos cómo Su paz inunda nuestro corazón. No necesitamos buscar en otro lugar lo que solo Él puede ofrecernos: descanso verdadero, amor eterno y una amistad que nunca termina.

Conclusión: Amado lector, recuerda siempre que Jesús es ese amigo incomparable que nunca falla. Si alguna vez te sientes solo, incomprendido o cansado, vuelve tus ojos a Él, háblale en oración y confía en Sus promesas. La amistad de Cristo es un tesoro que debemos valorar y vivir cada día. Que podamos siempre decir con convicción: “Jesús es mi amigo fiel, en Él confiaré”.

Contemplemos las maravillas del Señor
Con sabiduría y con gran amor esperaré en El Señor