El camino del injusto

Hermanos, no tengamos envidia de las acciones que toma el injusto, ni estemos cerca de ellos, ni tomemos su camino, porque todo lo que el injusto hace es abominación delante de Dios. Aunque muchas veces parezca que los impíos prosperan, que sus negocios crecen o que sus planes malvados triunfan, la Palabra nos recuerda que no debemos dejarnos engañar por las apariencias. El fin del injusto es ruina, pero el camino del justo siempre tendrá la bendición del Señor.

Seamos sabios en los caminos del Señor. El hombre injusto siempre está maquinando hacer el mal para su propio beneficio, buscando la forma de salirse con la suya, aunque sea a costa de otros. Este no escucha el llamado de Dios ni inclina su corazón a la corrección; vive endurecido, siguiendo sus propios deseos. El injusto tiene su corazón muy lejos de la voluntad divina, mientras que aquel que busca al Señor cada día halla paz, dirección y consuelo en su Palabra.

El libro de los Proverbios nos habla claramente acerca del hombre injusto y de su camino. Es un sendero que, aunque pueda parecer atractivo o más fácil en el momento, al final conduce a la destrucción. Escuchemos lo que dice la Escritura:

31 No envidies al hombre injusto, Ni escojas ninguno de sus caminos.

32 Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos.

33 La maldición de Jehová está en la casa del impío, Pero bendecirá la morada de los justos.

Proverbios 3:31-33

El primer verso nos exhorta a no tener envidia del hombre injusto ni escoger ninguno de sus caminos. Aunque parezca que prospera, su prosperidad es pasajera. No debemos desear lo que tiene ni imitar sus actitudes, porque al hacerlo nos estaríamos apartando de la voluntad de Dios. En lugar de mirar al injusto, fijemos nuestra mirada en el Señor, que es el dador de todas las cosas. Él nos guía por sendas de justicia y nos da bienes eternos, mientras que lo que ofrece el mundo es solo momentáneo y engañoso.

El verso 32 añade que Jehová abomina al perverso, es decir, rechaza sus obras y pensamientos. El término “abomina” muestra el repudio absoluto de Dios hacia el pecado. Sin embargo, contrasta esa realidad con la bendición que reciben los justos: aquellos que buscan al Señor y procuran caminar en obediencia tienen comunión íntima con Él. ¡Qué mayor privilegio que gozar de la amistad y cercanía del Creador del universo! El injusto puede tener riquezas materiales, pero jamás tendrá la paz y el gozo de vivir en comunión con Dios.

El verso 33 es aún más contundente: “La maldición de Jehová está en la casa del impío, pero bendecirá la morada de los justos”. Esto significa que incluso cuando el injusto parezca tener seguridad en su hogar, en realidad no tiene nada firme. La maldición de Dios pesa sobre su vida porque ha decidido rebelarse contra Él. En cambio, el justo, aunque viva con sencillez, experimenta la bendición de Dios en su casa, en su familia y en sus caminos. No se trata de cuánto tengamos, sino de con quién caminamos: si Dios está con nosotros, nuestra vida está bendecida.

Amados hermanos, seamos justos y hagamos lo que Dios nos manda. No envidiemos al injusto ni busquemos copiar sus estrategias, porque sus caminos conducen a la perdición. Busquemos la sabiduría que viene del cielo, vivamos con rectitud, y confiemos en que el Señor bendecirá nuestra vida conforme a sus promesas. Recordemos siempre que más vale un poco con la bendición de Dios que grandes riquezas acompañadas de la maldición. Caminemos en obediencia, pues la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.

Me gozaré en Dios
Ocasiones de caer