La transfiguración fue un momento de sorpresa y muy especial para los discípulos en ese momento, ya que la gloria de Dios fue mostrada a través una nube. Pero algo que nos llama poderosamente la atención fue esa voz magnífica que les habló en ese momento.
Pero es bueno que leamos Mateo capítulo 17 en sus versos 5 al 8, aquí podremos ver lo que aconteció con claridad aquel día de la transfiguración de Jesús:
5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.
6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.
7 Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.8 Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.
Mateo 17:5-8
Dice la biblia que mientras El Maestro hablaba con los discípulos, una nube lo cubrió, me imagino a los discípulos asombrados en ese momento al ver aquella nube cubrirlo, en verdad es un momento maravilloso, pero de la misma manera un momento de temor, al ver estas maravillas de nuestro Dios poderoso.
También en estos versos podemos ver que de repente se escucha una voz, que decía «Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia, a El oídle». Esto nos dice que los discípulos debían cada día confiar en El Señor de todo corazón, creer en todo lo que Él dijera, escuchar Su voz, obedecerlo en todo.
Es magnífico poder contemplar esta enorme presencia del Padre celestial, nuestro Dios poderoso, que al ver Sus poderosas obras nos maravillamos y ante Él caemos de rodillas.
Un momento único en la historia bíblica
La transfiguración no fue un acontecimiento común, fue un hecho extraordinario que dejó marcado a los discípulos. En ese instante, ellos pudieron ver una manifestación visible de la gloria de Dios. No solo estaban frente a su Maestro, sino ante la revelación del poder divino en plenitud. Este pasaje nos enseña que Jesús no era simplemente un profeta más, sino el Hijo de Dios en quien reposaba toda la autoridad celestial.
El impacto en los discípulos
El relato nos muestra a Pedro, Jacobo y Juan postrándose con temor, reconociendo que estaban ante la presencia de Dios mismo. El miedo que sintieron es natural, porque todo encuentro con lo divino produce reverencia y asombro. Sin embargo, el detalle hermoso de la historia es que Jesús se acercó y los tocó para tranquilizarlos, recordándoles que no debían temer. Aquí encontramos un gran mensaje: aunque la grandeza de Dios pueda causarnos temor, Su amor siempre nos invita a levantarnos y confiar en Él.
El mensaje de la voz del Padre
La voz desde la nube no fue cualquier declaración, fue la confirmación del Padre sobre Su Hijo amado. “A Él oíd” es un mandato que trasciende el momento histórico y llega hasta nosotros hoy. Significa que debemos prestar atención a las palabras de Cristo, a sus enseñanzas y mandamientos. Él es el camino, la verdad y la vida, y escucharle es la clave de la vida eterna.
Lecciones para nosotros hoy
Este pasaje no solo nos cuenta una historia del pasado, también nos enseña principios aplicables a nuestra vida espiritual. En primer lugar, nos recuerda la importancia de confiar plenamente en Jesús, aun cuando no entendamos lo que sucede a nuestro alrededor. En segundo lugar, nos invita a vivir en obediencia, escuchando su voz y siguiendo sus pasos. Finalmente, nos muestra que Dios revela Su gloria a aquellos que se acercan a Él con un corazón dispuesto.
Conclusión
La transfiguración de Jesús es uno de los eventos más significativos en los evangelios, porque confirma la identidad de Cristo como el Hijo de Dios amado. Fue un momento de revelación, de temor y de consuelo. Hoy, al meditar en este pasaje, podemos recordar que Dios sigue llamándonos a escuchar a Su Hijo, a obedecer Su palabra y a confiar en que Su gloria se manifestará en nuestras vidas. Que, así como los discípulos levantaron sus ojos y vieron solo a Jesús, también nosotros podamos vivir con la mirada fija en Él, reconociéndolo como nuestro Señor y Salvador.