¿Quién es este Rey de gloria? Buena pregunta hace el autor del salmo 24 y a la misma vez responde: Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria. Sí hermanos, este es nuestro Rey y jamás ha perdido una batalla. Él es el Dios de toda la creación, el Soberano que gobierna sobre el cielo y la tierra. Ningún ejército, ningún poder humano ni espiritual puede resistirse a Su autoridad. Este es el Dios al que servimos, el que reina con justicia, poder y majestad.
Este Rey de gloria fue quien abrió el mar Rojo para que el pueblo de Israel pasara en seco, mostrando que nada puede detener a quienes Él decide salvar. Pero incluso antes de ese gran milagro, les había dado la victoria sobre Egipto, sacándolos con mano poderosa y con riquezas en sus manos. Esa historia no es solo un recuerdo del pasado; es una muestra viva de que Jehová es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y que todavía obra con poder en la vida de aquellos que confían en Él.
Por eso, nuestra respuesta natural debe ser alabanza y gratitud. El salmista nos invita a reconocer y exaltar el nombre de Dios, porque no existe otro como Él. Las obras de Sus manos son visibles en toda la creación y Su fidelidad se ha hecho manifiesta a lo largo de la historia. Cada milagro, cada liberación y cada provisión son un testimonio de Su grandeza. Así que, elevemos nuestras voces en adoración y proclamemos que nuestro Dios vive y reina por los siglos de los siglos.
¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos,
Él es el Rey de la gloria.Salmos 24:10
Este verso final del salmo 24 es una proclamación de victoria y un recordatorio de quién es el Dios que adoramos. No es un rey humano limitado por el tiempo y las circunstancias, sino el Rey eterno que gobierna sobre todo. Reconocerlo como nuestro Rey de gloria es aceptar que sin Él nada podemos hacer y que toda nuestra esperanza, paz y fortaleza provienen de Su presencia en nuestras vidas.
Este Rey de gloria es quien nos da esperanza donde no la había, quien llena de amor el corazón vacío y transforma la tristeza en gozo. Él pelea por nosotros y nos concede victoria, no porque lo merezcamos, sino porque Su gracia y misericordia son infinitas. Si Él es victorioso, entonces nosotros también lo somos en Cristo Jesús, porque Su poder se manifiesta en nuestra debilidad y Su bondad se derrama día tras día en nuestro caminar.
Cuando la vida nos pone frente a batallas imposibles, podemos recordar que tenemos a Jehová de los ejércitos de nuestro lado. Así como estuvo con Israel, así como dio fuerzas a David frente a Goliat y como libró a Daniel en el foso de los leones, también estará con nosotros. No hay gigante, ejército, enfermedad ni situación que pueda derrotar a quienes confían en el Rey de gloria.
Por eso, llenémonos de alegría y proclamemos que Dios es nuestra salvación. En los momentos de angustia, levantemos nuestras manos en señal de victoria y recordemos que tenemos un Dios grande y fuerte que siempre está atento para librarnos. Nuestra alabanza debe ser continua, porque Él merece toda gloria, honra, poder y adoración.
Conclusión: El salmo 24 nos enseña que la verdadera gloria no está en los logros humanos ni en las riquezas terrenales, sino en reconocer a Jehová como nuestro Rey de gloria. Él es quien pelea por nosotros, quien nos salva y quien nos sostiene en medio de la prueba. No importa cuán grandes sean los obstáculos, en Cristo siempre somos más que vencedores. Por eso, vivamos cada día exaltando Su nombre, confiando en Su poder y declarando que Él reina por siempre en nuestras vidas.