El apóstol Pablo sin duda alguna fue un gran hombre de Dios y él llevaba una tremenda preocupación por todas las iglesias de Cristo Jesús. Su amor y entrega hacia las congregaciones lo convierten en un ejemplo digno de imitar, no solo por su liderazgo, sino por la manera en que reflejaba el corazón de Cristo. Pablo entendía que la iglesia no era una institución humana, sino el cuerpo vivo del Señor, y por eso intercedía continuamente por los hermanos, deseando que crecieran en la fe, en la esperanza y en el conocimiento profundo de Dios. Este celo pastoral debe ser una inspiración para todos los líderes espirituales de hoy, que son llamados a velar por las almas que el Señor ha puesto en sus manos.
La Biblia nos habla en múltiples ocasiones acerca de la sabiduría, especialmente en el libro de los Proverbios, donde se nos enseña que ella es más valiosa que el oro y que quien la halla encuentra vida. Sin embargo, Pablo no pide para los efesios cualquier sabiduría, sino la sabiduría que viene del cielo, aquella que no se obtiene por medio de la filosofía humana ni por la experiencia terrenal, sino que procede directamente del Padre de gloria. En este pasaje, él ruega que los creyentes sean llenos de un espíritu de sabiduría y de revelación, para que puedan conocer más íntimamente a Jesucristo, la fuente de toda verdad.
15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos,
16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,
Efesios 1:15-17
Pablo había escuchado del testimonio de los efesios, de cómo habían depositado su fe en Jesús y de su amor hacia todos los santos. No obstante, él sabía que no bastaba con tener fe y amor; era necesario profundizar en el conocimiento de Cristo. Aquí vemos un principio fundamental: la vida cristiana no se trata solo de creer, sino también de crecer en el entendimiento de quién es nuestro Salvador y de lo que implica vivir conforme a su voluntad. Por eso Pablo ora para que ese pueblo recibiera una revelación mayor, una claridad espiritual que les permitiera conocer los misterios de Dios y permanecer firmes en medio de las pruebas.
El espíritu de sabiduría y revelación del que habla Pablo no es un don reservado para unos pocos, sino un regalo que Dios quiere dar a todo su pueblo. Este conocimiento espiritual no se limita a información teológica, sino que implica una relación personal y transformadora con Cristo. Conocer a Jesús significa dejar que su carácter sea formado en nosotros, que su Palabra ilumine nuestro entendimiento y que su Espíritu nos guíe en cada decisión. Cuanto más conocemos al Señor, más conscientes somos de su gracia, más fuerte se hace nuestra fe y más profundo nuestro amor por los demás.
En nuestros días, esta oración de Pablo sigue siendo necesaria. La iglesia contemporánea enfrenta distracciones, falsas enseñanzas y un mundo que constantemente ofrece sustitutos engañosos. Por eso, más que nunca debemos pedirle a Dios que derrame sobre nosotros ese espíritu de sabiduría. Solo así podremos discernir lo verdadero de lo falso, lo eterno de lo pasajero, y mantenernos firmes en la verdad del evangelio. La sabiduría que viene de lo alto nos libra de caer en trampas espirituales y nos capacita para vivir en santidad.
Querido hermano, al leer estas palabras, hazlas tuyas. Ora por tu vida, por tu familia y por tu iglesia, pidiendo que el Señor nos dé un corazón entendido y sediento de Cristo. No te conformes con una fe superficial, busca cada día el conocimiento pleno del Salvador, porque en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Esa revelación nos sostiene en los momentos de duda, nos fortalece en la debilidad y nos anima a vivir con propósito.
Conclusión: Pablo comprendía que la verdadera fortaleza de la iglesia no radica en su número ni en sus recursos materiales, sino en el grado de conocimiento y comunión que los creyentes tienen con Cristo. Su oración por los efesios es también una oración para nosotros hoy: que Dios nos conceda espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Jesús. Si vivimos bajo esta realidad, seremos una iglesia madura, fuerte y fiel, capaz de enfrentar cualquier circunstancia y de reflejar al mundo la gloria de nuestro Señor.