Mayor es el que está con vosotros

Tenemos nuestro mayor ejemplo de soportar la prueba y su nombre es Jesucristo, pues Él, en la misma carne destruyó las obras de la carne. En la carne destruyó el pecado, nos dio salvación, venció en la cruz sufriendo por nosotros. Y lo bueno es que Él nos prometió estar con nosotros hasta el fin.

La Biblia declara:

4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

5 Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.

6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.

1 Juan 4:4-6

Primero que todo, la Biblia no nos dice que tenemos posiblemente una oportunidad de vencer al mundo, no, sino que ya hemos vencido al mundo y esto es precisamente porque Jesucristo venció al mundo.

También nos dice que el que está con nosotros es más grande que el que está en el mundo. ¿Acaso el príncipe de este mundo puede separarnos de Dios o algún hombre puede arrancarnos de las preciosas manos de nuestro Salvador? De ninguna manera, porque con nosotros está alguien mayor llamado Dios.

Nosotros somos de Dios, y eso hace que como ovejas escuchemos Su voz en medio de una generación que ama el pecado.

Es importante resaltar que la victoria que tenemos en Cristo no depende de nuestras fuerzas humanas ni de nuestras capacidades. El triunfo sobre el pecado y sobre las tinieblas ya fue ganado en la cruz. Nuestra parte consiste en vivir confiados, en obedecer su Palabra y en permanecer en comunión con Él. Esto significa que, aun cuando se presenten pruebas, luchas o momentos de debilidad, recordemos que el poder de Dios en nosotros es suficiente para sostenernos y levantarnos.

Jesús mismo advirtió que en el mundo tendríamos aflicción, pero también nos dio una promesa gloriosa: que confiáramos, porque Él ya había vencido. Esa seguridad es lo que nos permite vivir con fe y esperanza, sabiendo que ninguna situación podrá derrotar a quienes han puesto su confianza en el Señor. Este mensaje es una fuente de paz y de fortaleza espiritual, porque nos recuerda que no caminamos solos, sino que contamos con la presencia fiel del Espíritu Santo.

En la vida cotidiana enfrentamos tentaciones, dudas y muchas voces que intentan apartarnos de la verdad. Sin embargo, el pasaje de 1 Juan 4 nos anima a discernir entre el espíritu de verdad y el espíritu de error. El creyente que permanece en Cristo tiene la capacidad de identificar aquello que viene de Dios y aquello que proviene del mundo. Esto nos guarda de caer en engaños y de ser arrastrados por doctrinas falsas o filosofías vacías.

El apóstol Juan nos enseña que ser de Dios implica tener una relación estrecha con Él, escuchar su voz y seguir sus pasos. No se trata solamente de una identidad espiritual, sino de un estilo de vida que refleja nuestra pertenencia al Padre. Por eso, cuando el mundo ofrece pecado, vanidad y orgullo, nosotros elegimos la humildad, la santidad y el amor, porque sabemos que esas son las características del pueblo de Dios.

Además, debemos tener presente que nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra principados y potestades espirituales de maldad. La victoria de Cristo nos equipa para enfrentar estas batallas con la armadura de Dios: la verdad, la justicia, la fe, la salvación, la Palabra y la oración. Cada creyente que se arma con estos recursos espirituales puede vivir seguro de que el enemigo no tiene poder para derrotarlo.

En conclusión, Jesús es y seguirá siendo nuestro mayor ejemplo de resistencia, fe y victoria. Él venció en la cruz, y por medio de esa victoria, nosotros también hemos vencido. No importa lo fuerte que parezcan las pruebas ni lo oscura que sea la noche, siempre habrá esperanza para quienes confían en Cristo. Recordemos con firmeza que mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo, y que nuestra identidad como hijos de Dios nos garantiza una victoria eterna.

En Cristo nuestros procesos son convertidos en propósitos
Que la gracia y paz de nuestro Señor more en nosotros