Los versos que continúan en nuestro estudio siguen hablando sobre el juicio de Dios que se aproxima para la nación de Babilonia. En el capítulo anterior hablamos sobre una característica de esta nación corrupta, y fue sobre la avaricia. Expresamos que un cristiano debe huir de la avaricia, ya que esto es algo que al final te llevará a la destrucción.
Ay de los violentos!
12 ¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad!
13 ¿No es esto de Jehová de los ejércitos? Los pueblos, pues, trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano.
La Biblia nos habla de más sobre no ser violentos, sobre no tomar justicia con nuestras propias manos, ya que el único que tiene el poder para juzgar con sus propias manos se llama el soberano Dios.
A veces pienso que las series, películas, telenovelas de hoy día, aunque no sean el principal factor de la violencia, pero aceleran la misma, ya que nuestros jóvenes y adolescentes son influenciados por ellas, y esa influencia puede llegar hasta cierto punto que se sientan identificados con el villano.
Hoy día tenemos violencia por todos lados. Sales a la calle y posiblemente te encontrarás con alguien que está enojado y está dispuesto a derramar su ira sobre quien sea.
A través de todos estos años, digamos en la era moderna, hemos tenido hombres muy violentos. Una claro ejemplo fue Adolfo Hitler, quien determinó el asesinato de más de 6 millones de judíos, ¿esto es mucha maldad verdad? También está la historia de un famoso asesino en serie que con sus propias manos quitó la vida de más de cien personas y no sintió ningún tipo de remordimiento.
Posiblemente estas personas sintieron que aquello que hacían hacía crecer su orgullo, y en el caso de Hitler que doblegaba a las demás naciones ante él. Pero lo cierto es que todas esas personas serán juzgadas, todo el violento, todo el que busca justicia a través de la violencia será juzgado.
Babilonia era así de sanguinaria, sembraba el temor en las demás naciones a través de pura violencia y cuando lo hacían, entonces se sentían orgullosos de hacerlo. Pero no todo sería así para siempre, ya que Dios había determinado que aquella nación que había azotado a las demás, también sería azotada y juzgada, y entenderían que ellos no eran quienes para juzgar, que eso es algo que le pertenece a Dios y Él se los demostraría.
Sigue de cerca esta sección del libro de Habacuc, ya que le daremos seguimiento a sus tres capítulos, profundizando sobre sus profecías y al final esperar que estas palabras de una manera u otra también puedan hacer eco en nuestras vidas.