Un tiempo para acercarnos más a Dios

Muchas cosas nos pueden separar de la búsqueda constante de Dios; el trabajo, el entretenimiento, los círculos sociales, las ocupaciones diarias, y aún las preocupaciones de la vida. Todo lo mencionado puede alejarnos del momento íntimo con nuestro Señor, robándonos el tiempo valioso que deberíamos dedicar a la oración, la lectura de la Palabra y la comunión con Él. Sin embargo, en medio de las circunstancias difíciles que vivimos hoy, hay un lado positivo: podemos aprovecharlas como una oportunidad divina para reenfocar nuestra vida espiritual y dedicar más tiempo a las disciplinas que fortalecen nuestra fe.

Es cierto que la vida moderna nos arrastra constantemente a un ritmo acelerado, y en medio de tantas responsabilidades olvidamos lo esencial: estar a solas con Dios. Pero cuando el Señor permite que las cosas cambien en nuestro entorno, Él también nos está regalando un espacio especial para recuperar lo que se había perdido. Debemos aprender a discernir los tiempos y a reconocer que todo lo que acontece puede ser usado como un instrumento de bendición si lo aprovechamos con sabiduría.

A veces recordamos con nostalgia aquellos primeros años en los que llegamos al redil de Cristo, cuando pasábamos largas horas orando y leyendo las Escrituras, cuando nuestro corazón ardía con un fuego especial por buscar de Dios. Con el paso del tiempo, las cargas de la vida fueron reduciendo esos momentos, y muchos ya no oran ni leen la Biblia como antes. Pero el Señor, en su misericordia, nos concede pausas providenciales para que podamos volver al primer amor, para que retomemos esa búsqueda ferviente que caracteriza a un corazón rendido a Cristo.

Amado cristiano, ¿amas a Dios de verdad? Si la respuesta es sí, entonces todo lo que sucede, aun lo más difícil, obrará para tu bien. La Escritura lo confirma de manera gloriosa:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Romanos 8:28

Este versículo es una promesa poderosa y nos recuerda que, aunque enfrentemos pruebas, pérdidas o cambios repentinos, Dios tiene el control y puede usar cada circunstancia para acercarnos más a Él. Lo que parece negativo, Dios lo transforma en algo positivo para fortalecer nuestro carácter, purificar nuestra fe y aumentar nuestra dependencia de su gracia.

Por eso este es un tiempo para creer más profundamente en Dios, para levantar nuestras manos en oración y clamar con insistencia, para abrir la Biblia con reverencia y sumergirnos en sus páginas con hambre espiritual. Es tiempo de crecer en el conocimiento de la Palabra, de profundizar en la doctrina que nos sostiene, y de cimentar nuestras convicciones en la roca firme que es Cristo Jesús.

Este también es un momento para valorar a la familia, para redescubrir el regalo de compartir con los nuestros. Muchas veces el trabajo, las responsabilidades o incluso la rutina nos quitan ese tiempo de calidad con los seres que amamos. Ahora, Dios nos recuerda que cada instante con ellos es valioso, que debemos aprovecharlo para orar juntos, leer la Biblia en unidad y fortalecer los lazos de amor que reflejan el vínculo eterno que tenemos en Cristo.

Asimismo, debemos aprender a valorar lo que antes dábamos por sentado: la libertad de congregarnos, de compartir con amigos de la fe, de estar cerca de nuestros hermanos en la iglesia. El aislamiento social nos ha mostrado cuán importante es la comunión del cuerpo de Cristo, y cuánto debemos apreciar cada oportunidad de estar reunidos en su nombre. Que cuando regresemos a esos encuentros lo hagamos con un corazón renovado y agradecido.

Querido lector, no dejes que este tiempo pase sin dejar huella en tu vida espiritual. Transforma cada día en una ocasión para acercarte más a Dios, para dejar que su Espíritu Santo moldee tu carácter y te llene de nuevas fuerzas. No desperdicies la oportunidad que el Señor te brinda para restaurar tu relación con Él. Recuerda que a los que aman a Dios todas las cosas cooperan para bien, incluso aquellas que parecen dolorosas o difíciles.

Conclusión: Aprovechemos cada circunstancia para buscar más del Señor. No miremos este tiempo como una pérdida, sino como una oportunidad para volver al primer amor, para fortalecer nuestra fe y para dar gracias a Dios por todo lo que Él hace. Porque aun en medio de lo inesperado, su propósito sigue siendo perfecto y su fidelidad permanece para siempre.

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