Solo hay uno que nos sostiene y se llama Dios

La vida cristiana está llena de momentos de prueba, de aflicción y de incertidumbre. Sin embargo, en medio de todo esto tenemos la seguridad de que no caminamos solos, porque hay un Dios fiel que promete sostenernos con su mano poderosa. El creyente debe recordar que sin Dios nada somos, y que solo su presencia puede guardarnos en los días de oscuridad. Este artículo busca recordarte que en cada dificultad existe un refugio seguro: nuestro Dios, quien nos cuida, nos protege y nos guía por sendas de justicia.

Solo hay uno que nos guarda en todos los momentos difíciles, y ese es el Señor. Hay circunstancias que, humanamente hablando, parecen imposibles de superar. Hay situaciones que, si no tuviésemos a Dios delante de nosotros, jamás podríamos atravesar. Pero Él, como buen Pastor, nos sostiene, alumbra nuestro camino y nos guía por veredas seguras. Su luz es lámpara en la oscuridad, su voz es guía en la confusión y su mano es firmeza en medio de la tempestad.

Cuando clamas a Él, Él te escucha, porque es un Dios cercano que no abandona a sus hijos. Siempre está presente, atento a lo que ocurre en nuestras vidas. Él conoce lo que quiere impedir nuestro avance, pero también sabe la salida que necesitamos. Por eso podemos descansar en su promesa: tu Dios te sostiene, te protege y jamás aparta su mirada de ti. Su fidelidad es eterna, y su compasión es nueva cada mañana.

Dios es Aquel que bendice a la viuda, al huérfano y al necesitado. Él suple alimento al hambriento, levanta al afligido, enjuga las lágrimas del triste y da valentía a quien tiene miedo. Cuando el mundo parece haberse olvidado de los más vulnerables, Dios se acuerda de ellos. Su amor no hace acepción de personas, y su cuidado se extiende a todos los que lo buscan de corazón. Por eso confiemos en el Señor Todopoderoso, porque en sus manos encontramos provisión, amparo y fortaleza.

La Biblia nos recuerda esta verdad de manera clara y poderosa. Veamos el siguiente pasaje:

Porque yo Jehová soy tu Dios,
quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.
Isaías 41:13

Estas palabras fueron dadas al pueblo de Israel a través del profeta Isaías en un tiempo donde enfrentaban enemigos y amenazas. El pueblo necesitaba consuelo, necesitaba la certeza de que Dios no los dejaría solos. Y así fue: Dios mismo les aseguró que Él los sostenía de la mano derecha. Este gesto no solo habla de apoyo, sino de cercanía y de relación íntima. El Señor no es un Dios lejano, sino un Padre que camina al lado de sus hijos.

La fortaleza de Israel venía únicamente de Dios. Ellos no vencían por su fuerza, sino porque Dios peleaba sus batallas. Cada victoria era un recordatorio de que el poder no estaba en el ejército ni en las armas, sino en el respaldo del Altísimo. De la misma manera, hoy el pueblo de Dios sigue experimentando esta verdad: no avanzamos por méritos propios, sino porque la gracia divina nos sostiene y nos impulsa a seguir adelante.

Así como Israel fue sostenido en medio de sus luchas, nosotros también podemos confiar en que Dios está con nosotros. Él nos invita a no temer, porque su ayuda es real y constante. Aunque el enemigo se levante, aunque la adversidad golpee, la voz de Dios resuena con ternura y firmeza: “No temas, yo te ayudo”. ¿Qué mayor seguridad podemos tener que esta promesa? Es un Dios que no falla, que no abandona, que permanece fiel incluso cuando nosotros somos débiles.

Querido lector, no dudes que la gracia de Dios te sustenta y te cuida. Dios siempre ha estado y siempre estará atento a sus hijos. Él conoce tus cargas, sabe de tus miedos y está dispuesto a levantarte cuando caes. Solo debes confiar y descansar en su Palabra. No camines solo, camina tomado de su mano, porque allí encontrarás paz, descanso y dirección segura.

Conclusión: No importa cuán oscura sea la noche ni cuán grande sea el gigante que tengas frente a ti, recuerda que tu Dios es más grande que cualquier adversidad. Él te toma de tu mano derecha, te sostiene y te dice: “No temas, yo te ayudo”. Aférrate a esta promesa, porque aquel que la dio es fiel y verdadero. Vive confiado en que Dios es tu protector, tu refugio y tu guía eterna. No temas, porque en Cristo siempre habrá victoria.

Somos nuevas criaturas en Cristo
Si tenemos su palabra en nuestro corazones, viviremos bien