NOTA: Este artículo es parte de una serie sobre el libro de Habacuc, si no has leído el artículo anterior, te invitamos a leerlo: Habacuc capítulo I | Protesta de Habacuc Parte 2
En el capítulo uno Habacuc había presentado su queja ante Dios por el descuido espiritual de su nación, y Dios le respondió en los versículos del 5 al 11 sobre lo que le haría a la Judá pecaminosa. Lo chocante para el profeta ahora es que Dios los juzgaría a través de una nación mucho más corrupta que ella, y he aquí donde viene la segunda respuesta de Dios para el profeta, dándole instrucciones de cómo debía expandir la visión que le había dado.
1 Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja.
2 Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella.
A pesar de que Habacuc se había quejado ante Dios por lo estipulado en nuestro párrafo de apertura, él como quiera conocía el carácter justo de Dios, por lo cual, aunque como humano no comprendía cómo Dios podía juzgarles a través de una nación más corrupta que ellos, estaba dispuesto a ser ese instrumento de Dios que dé a conocer la visión del Señor.
Esta disposición del profeta hace preguntar: ¿Estamos dispuestos a ser esa voz del Señor a pesar de que veamos sus juicios como algo demasiado fuerte? Hay creyentes que terminan debilitando su fe porque piensan que Dios es injusto en enviar personas al infierno, y no debe ser así, y aunque tengamos ciertos pensamientos que nos debiliten, debemos creer que Dios es bueno y justo.
Ya aquí hemos visto lo primero: «Estar dispuestos a hacer lo que Dios quiere independientemente de lo que pensemos al respecto». Lo segundo es que Dios le dice a Habacuc la manera en que esta visión (dada en el primer capítulo, versos 5-11) debía ser publicada para que todo el pueblo de Judá la escuchase.
Dios le dice al profeta que escriba la visión en tablas, pues, esto no era una profecía solo para que él esté advertido, sino más bien para que todo el pueblo esté advertido de lo que se avecinaba, y no podemos continuar esto sin expresar que el Señor nos ha permitido conocer el Evangelio y esto no es para quedarnos con estas palabras, sino para advertir a otros, para que esa palabra fluya de manera permanente y todos se puedan dar cuenta de estas Palabras de vida.
El propósito de publicar esta visión en tablas era que el pueblo de Judá quede advertido, pero nótese «para que corra el que leyere en ella». ¿Para que corra el que la leyere? Pues sí, esta visión no decía «Cristo te ama», esta visión decía que Babilonia iba a destruir a Judá, y para este pueblo estas no son palabras hermosas, sino palabras de espanto que al leerlas tienen que correr.
Sigue de cerca esta sección del libro de Habacuc, ya que le daremos seguimiento a sus tres capítulos, profundizando sobre sus profecías y al final esperar que estas palabras de una manera u otra también puedan hacer eco en nuestras vidas.