El amor de Dios es tan grande que no podemos describirlo, pero que a la vez nos impacta bastante. Su amor, su bondad y su misericordia nos sostiene cada día, por eso demos gracias a Dios y rindámonos delante de Él.
Su amor y su sacrificio nos permitió conocer lo que Él es capaz de hacer por nosotros. Nos dio salvación, murió por nosotros sin nosotros merecerlo, nos hizo sus hijos. Dios es grande y poderoso para siempre.
No hay algo más grande que este sacrificio por toda la humanidad. Dios ha entregando a su hijo en la cruz del calvario, siendo azotado, maltratado y cargando la culpa de nuestros pecados. Alabemos su santo nombre porque Él lo merece.
Y andad en amor, como también Cristo nos amó,
y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Efesios 5:2
Es este el consejo, que andemos con amor, que amemos a nuestros prójimos, que así como nuestro Jesucristo se entregó en la cruz por nosotros, pues nosotros actuemos con bondad y misericordia. Dios es bueno y ha sido bueno siempre.
Él no miró tus pecados, no miró la situación al momento de entregarse, sólo se entrego, y dijo que si era la voluntad de Dios, entonces que se hiciese así, y así fue como Él no retrocedió.
Por eso no hay un amor tan grande y maravilloso como el amor de nuestro Dios. Amemos así como Dios nos amó, dándolo todo por nosotros, como en su Palabra, hermanos amémonos los unos a los otros. Este es el verdadero amor.
Cada día adoremos su nombre, demos gracias por esa gran amor que Él ha depositado en cada uno de nosotros. Su amor es infinito, maravilloso y grande.