El versículo prohibido de las iglesias de la prosperidad

¿Sabías que existe un versículo el cual los predicadores de la prosperidad no mencionan? Pues sí, más que un versículo, existe un texto que nos habla de la humildad que debemos tener como servidores del Señor y es bueno que lo estudiemos para que no caigamos en la avaricia y nos corrompamos.

Algo que tienen muy en particular las «falsas doctrinas» o los falsos maestros, es que usan versículos de la Biblia que no tienen que ver en nada con lo que ellos quieren expresar, sacándolos de contexto para así querer respaldar algo que en realidad no tiene ningún respaldo de las Escrituras.

En este sentido, es necesario que como creyentes tengamos un corazón atento y un espíritu sensible para no dejarnos engañar. El enemigo siempre buscará distorsionar la verdad, y muchas veces lo hará utilizando incluso las mismas Escrituras, pero de manera torcida. Jesús mismo advirtió que en los últimos tiempos se levantarían falsos maestros que engañarían a muchos, y por eso debemos estar firmes en la Palabra.

La advertencia de Pablo a Timoteo

Veamos lo que dice 1 Timoteo 6:3-10:

3 Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad,

4 está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas,

5 disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.

6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;

7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.

8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;

10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

El texto anterior nos habla de mantener la sana doctrina, de aquellas personas que se olvidan de la sana doctrina por llenar sus cuentas bancarias, que olvidan que el Evangelio es lo único que debemos predicar, prefieren torcer las verdades bíblicas con tal de llevar un mensaje más suavizado, un mensaje que no ofenda, y de esa manera se aprovechan de sus conversaciones motivacionales para obtener más y más dinero y esto termina volviéndose en una gran codicia.

Lo más llamativo es que el apóstol Pablo describe con claridad cómo estas personas ven la piedad, es decir, la vida cristiana, como un medio para enriquecerse. En vez de buscar la santidad, la obediencia y la verdad, convierten el Evangelio en un negocio, olvidando que el verdadero tesoro del cristiano es Cristo mismo. Frente a esa realidad, la exhortación bíblica es clara: “apártate de los tales”.

El versículo que muchos no predican

El versículo clave, de, que no quieren hablar estos falsos predicadores es el ocho:

Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

El apóstol Pablo sabía que como cristianos no necesitábamos más que eso, lo que el Señor nos permita tener, sea poco o sea mucho, pues él mismo dijo a los filipenses:

Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Filipenses 4:12

Este versículo refleja un principio espiritual poderoso: el verdadero contentamiento no depende de la cantidad de bienes que tengamos, sino de la certeza de que Cristo es suficiente. Pablo aprendió a depender de Dios en cualquier circunstancia, y esa enseñanza sigue siendo válida para nosotros hoy. No importa cuán difícil sea la situación, el Señor sigue siendo nuestro proveedor y nuestro refugio.

El peligro del amor al dinero

De manera que, versos como estos no convienen ser citados por boca de aquellos que predican que ser pobre es una maldición, que debemos ser ricos porque así es que Dios nos quiere. Sin embargo, la Escritura no dice que el dinero en sí sea malo, sino que el amor al dinero es la raíz de todos los males. Es esa obsesión por tener más lo que corrompe el corazón, alejando al creyente de la fe genuina y sumergiéndolo en dolores y destrucción.

El mensaje de la prosperidad enseña que la riqueza material es la señal de una vida bendecida, pero la Palabra de Dios nos recuerda que la verdadera riqueza consiste en tener una vida rendida a Cristo, en disfrutar de Su paz y en esperar con fe la herencia eterna. Un corazón avaro nunca estará satisfecho, pero un corazón agradecido siempre encontrará motivos para alabar a Dios.

Conclusión

Por eso debemos cuidarnos de aquellos que usan la Biblia como un medio de lucro, y recordar siempre que lo que el Señor espera de nosotros es fidelidad, gratitud y contentamiento. No se trata de cuánto tengamos, sino de cuánto confiamos en Dios en cada área de nuestra vida. El Evangelio no es un camino hacia el éxito material, sino la noticia gloriosa de que Cristo murió y resucitó para darnos salvación eterna.

Al final, debemos elegir: ¿seguiremos la voz de los falsos maestros que predican comodidad y riquezas pasajeras, o seguiremos la voz del Buen Pastor que nos llama a contentarnos con lo que tenemos? Recordemos que nuestro verdadero tesoro está en los cielos, y que nada de lo que adquiramos en esta tierra se compara con la gloria venidera. Te recomendamos leer este otro artículo: ¿Qué dice la Biblia sobre «dar para recibir»?

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