La historia de Job, una de mis favoritas en la Biblia, porque muestra la confianza de un hombre en un Dios que hace como quiera, de un hombre que estaba sujeto a debilidades al momento de ver llegar tan terribles pruebas a su vida. Y es importante esto, puesto que la Biblia nos comienza dando un gran curriculum de Job, pero al final no se busca exaltar a Job, sino la grandeza y el poderío de Dios.
Luego de todo lo que Job perdió, la Biblia nos habla que varios de sus amigos fueron a darle ciertas palabras, entre ellos está Eliú, quien en el capítulo 36 del libro de Job exalta la grandeza de Dios en medio de la terrible calamidad de Job.
He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie; Es poderoso en fuerza de sabiduría.
Job 36:5
Dios verdaderamente es grande, y Eliú sabía por qué lo decía. No sabemos la antigüedad de este libro, ya que algunos estudiosos dicen que fue el primer libro en escribirse. Pero independientemente de esto, vemos a través de toda la Biblia que Dios es realmente grande.
Dios dio libertad a su pueblo Israel de en medio del pueblo de Egipto, los hizo salir victoriosos por el mar rojo cruzando en seco y ninguno de sus enemigos los pudo tocar, y de esta misma manera la Biblia nos habla de muchas grandezas más que el Padre hizo para salvar a su pueblo de sus enemigos.
Dios es grande, ¿crees eso?
La grandeza de Dios no solo se demuestra en milagros y prodigios visibles, sino también en su cuidado constante por cada detalle de nuestras vidas. En Job vemos a un hombre devastado, rodeado de pérdidas, pero a la vez protegido por los límites que Dios mismo había puesto al enemigo. Esto nos enseña que, aunque las pruebas sean intensas, nunca superarán lo que nuestro Padre permite, y en todo hay un propósito mayor para nuestra formación y dependencia de Él.
Muchas veces, como Job, no entendemos las razones del sufrimiento. Sin embargo, la Biblia recalca que Dios es justo y misericordioso. Aun en medio de las lágrimas, el Señor se manifiesta con su sabiduría y poder, recordándonos que su grandeza no se mide por la ausencia de problemas, sino por la manera en que Él nos sostiene en medio de ellos.
Además, este relato nos invita a reflexionar sobre cómo reaccionamos nosotros ante la adversidad. Job no fue perfecto, tuvo momentos de desesperación y reclamos, pero nunca dejó de reconocer la soberanía de Dios. Esa es la actitud que también debemos cultivar: no negar nuestro dolor, pero tampoco olvidar que el Señor sigue siendo grande y digno de confianza.
La grandeza de Dios también se revela en la creación. El mismo libro de Job, en capítulos posteriores, presenta un discurso impresionante donde Dios le muestra al hombre su poder a través de la naturaleza: el mar, las estrellas, los animales y los cielos son testigos de su magnificencia. Esto nos recuerda que, si Dios sostiene todo el universo con su palabra, cuánto más cuidará de nosotros, que somos la obra más especial de sus manos.
Por otro lado, la historia de Job refleja que los amigos no siempre saben consolar. Eliú, aunque con palabras duras, exaltó la grandeza de Dios y recordó que Él no desestima a nadie. En la vida diaria, debemos aprender a acompañar a otros en sus sufrimientos con sabiduría, mostrando empatía y recordando que solo Dios tiene las respuestas finales a los misterios del dolor.
Hoy podemos aplicar la enseñanza de Job a nuestras vidas entendiendo que, aunque enfrentemos pruebas económicas, familiares, de salud o espirituales, tenemos un Dios que no cambia, que permanece grande y fiel. Su fuerza y sabiduría superan cualquier entendimiento humano, y en su tiempo perfecto, Él restaura lo que se ha perdido, tal como lo hizo con Job al final de la historia.
Conclusión
La historia de Job nos muestra que la grandeza de Dios trasciende nuestro entendimiento. Job perdió todo, pero al final comprendió que lo más importante no eran sus bienes ni su salud, sino conocer más profundamente al Creador. Así también, cada prueba en nuestra vida puede convertirse en una oportunidad para experimentar la fidelidad de un Dios que nunca nos desampara. Confiemos en Él, porque su poder y sabiduría son eternos, y en su grandeza hallamos consuelo, esperanza y restauración.