Debemos tener cuidado muy bien como andamos y con quien andamos, ya que hay muchos necios en el camino, por eso debemos ser diligentes en todo lo que hagamos.
En nuestro caminar tenemos que ser sabios y así mismo andar como sabios, no como necios porque todo aquel que es necio en todo lo que hace fracasa, pero también unas de las características de una persona necia es, hacer maldad y andar como quiera haciendo todo lo que está a su gusto.
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,
Efesios 5:15
Personas necias y sabias todo el tiempo han existido, debido a que el enemigo es el que se encarga de que las personas no tengan a Dios, que se aparten de Dios, y es por eso que pasan muchas cosas a nuestro alrededor.
Un hombre necio es capaz de cualquier cosa, esto porque no piensan en nadie siempre viven en su error y queriendo conquistar a otros a hacer iguales que ellos. Por eso debemos aprovechar el tiempo y caminar bien delante de aquel grande y poderoso Dios.
Por eso es bueno hace lo que nos manda Efesios 15: andar bien delante de Dios, no como los necios, ni imitarlos.
No olvidemos que Dios es soberano y ve todo lo que está alrededor nuestro, en el centro de la tierra, en la tierra, en el fondo del mar, en los cielos, en el universo, y donde quiera que exista vida.
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Efesios 5:16
Por es bueno aprovechar el tiempo, ¿pero cómo lo podemos aprovechar?, haciendo cosas buenas, caminando rectos delante de Dios, haciendo las cosas que a Dios le agrada, porque nuestro tiempo es oro y si no lo aprovechamos, lo lamentaremos más adelante.
Así que, andemos como hijos sabios delante de Dios, dejando de perder el tiempo en cosas que no edifican y aprovechándolo para aprender cosas nuevas de Él y predicando el evangelio a toda criatura.
Cuando la Biblia nos llama a ser sabios y no necios, nos está recordando que cada decisión que tomamos tiene un peso eterno. Un necio actúa impulsado por sus emociones, por el deseo de complacer a la carne y sin pensar en las consecuencias, mientras que el sabio reflexiona, ora, y busca la dirección de Dios antes de actuar. Ser sabio implica reconocer que necesitamos de la Palabra del Señor como lámpara a nuestros pies y luz en nuestro camino.
La diferencia entre el sabio y el necio se refleja incluso en lo cotidiano. El sabio aprovecha cada día para crecer espiritualmente, servir a los demás, y sembrar cosas buenas que traerán fruto en su vida y en la vida de quienes le rodean. El necio, en cambio, desperdicia su tiempo en discusiones, envidia, rencor, vicios o distracciones que no edifican y que solo lo alejan del propósito divino. Por ello, el apóstol Pablo recalca la importancia de andar con diligencia, porque el tiempo es un recurso que no podemos recuperar.
El llamado a “aprovechar bien el tiempo” es también un llamado a tener prioridades claras. ¿Qué es más valioso: invertir horas en aquello que no tiene valor eterno, o dedicar nuestro tiempo a aquello que glorifica a Dios? La vida es corta y los días son malos, como dice la Escritura, y eso significa que vivimos en un mundo lleno de tentaciones, violencia y pecado. Precisamente por eso, los creyentes estamos llamados a brillar como luminares en medio de un mundo oscuro.
Además, andar como sabios no se limita solo a evitar la necedad, sino también a ser ejemplo para los demás. Nuestras acciones, palabras y actitudes predican más fuerte que cualquier sermón. Una vida recta y diligente puede inspirar a otros a acercarse al Señor, mientras que una vida de descuido y necedad puede ser tropiezo para quienes buscan la verdad. Por lo tanto, vivir con sabiduría es también un acto de responsabilidad espiritual hacia quienes nos rodean.
Debemos recordar que el tiempo perdido nunca regresa. Cada oportunidad desaprovechada para orar, para leer la Biblia, para servir al prójimo o para compartir el evangelio, es un momento que ya no podremos recuperar. Pero si desde hoy decidimos ser diligentes y aprovechar cada instante para glorificar a Dios, entonces estaremos caminando como sabios y no como necios, acumulando tesoros en los cielos donde nada se corrompe.
Conclusión: El apóstol Pablo nos exhorta a vivir con diligencia, sabiduría y responsabilidad, conscientes de que los días son malos y que debemos aprovechar el tiempo. El necio desperdicia su vida en lo pasajero, pero el sabio edifica sobre la roca firme que es Cristo. Seamos entonces hombres y mujeres sabios, que caminen en obediencia a Dios, valorando cada instante como un regalo divino, y usando cada oportunidad para crecer espiritualmente y ser de bendición a otros.