¿Es Jesús Dios? Desde la iglesia primitiva hasta hoy, la iglesia firme de Dios ha proclamado que Cristo es el Señor y Dios Creador. Cristo no fue un simple profeta o un simple enviado, sino que fue el Dios mismo encarnado, ¿Cómo podemos comprobar esto? A través de diferentes citas que podemos encontrar en las Escrituras, que dan los mismos atributos de Dios a Jesús. Hoy vamos a ver la deidad de Cristo a través del primer capítulo del evangelio según San Juan.
La declaración de Juan sobre la deidad de Cristo
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2 Este era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Juan 1:1-4
La palabra «Verbo» viene del griego «Logos» que quiere decir «Palabra»… ¿Cómo nos podemos dar cuenta que Juan en su contexto está hablando de Jesús? Sólo hay que leer todo el capítulo, y nos encontraremos con los versos 14, 15 y 16:
Juan continúa en el verso 18:
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
¿Cómo es que nadie ha visto a Dios jamás y que el Hijo le ha dado a conocer? ¿De qué manera le ha dado a conocer? ¿Cómo puede alguien que no eres tú, darte a conocer de la misma manera? ¿Cómo podemos llegar al punto de comparar a una persona con Dios? ¿Sabías que ni aún los ángeles, nada de lo creado, nada en este mundo se puede comparar con Dios? Dios es incomparable y si Él es único entonces nadie le puede representar como si fuera Él mismo.
Dice: «Nadie le vio jamás, el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer»: Estamos hablando del mismísimo Dios que nadie jamás ha visto encarnado en Jesucristo.
Creo que Juan 1 es uno de los capítulos en la Biblia que tratan más de cerca la deidad de Cristo, pues, él mismo dice: «Jesús era Dios», «por Él fueron creadas todas las cosas», etc.
Que no nos dejemos engañar por falsas doctrinas que quieren enseñarnos lo contrario, estemos alertas y estudiemos la Palabra más segura y confiable que es La Biblia.
Jesús como Creador y sustentador
Uno de los argumentos más sólidos de Juan es que todas las cosas fueron hechas por medio de Jesús. Esto no se trata de un detalle menor: la capacidad de crear es un atributo exclusivo de Dios. Ningún ángel, profeta o ser humano puede reclamar tal poder. La Biblia declara en Génesis que Dios creó los cielos y la tierra, y ahora Juan afirma que todo fue hecho por el Hijo. Así entendemos que Jesús no es un simple intermediario, sino el mismo Creador.
Además, Juan añade que “en Él estaba la vida”. Esto significa que Jesús no solo creó, sino que también sostiene la creación. Cada respiro que damos, cada día de existencia, depende de Aquel que es la vida misma. Reconocer esto debería impulsarnos a vivir en dependencia de Cristo y a adorarle por lo que Él es y no solo por lo que hace por nosotros.
El Verbo hecho carne
El milagro de la encarnación es central en el evangelio: el Dios eterno tomó forma humana. Esto nos enseña que Dios no se quedó distante observando la historia desde lo alto, sino que decidió hacerse parte de ella. Cristo caminó entre nosotros, comió, lloró y sufrió. De esta forma mostró la gloria del Padre en una dimensión comprensible para la humanidad.
Cuando Juan dice que vimos su gloria, se refiere a que los apóstoles y testigos presenciales reconocieron en Jesús la plenitud de Dios. Sus palabras, milagros, compasión y poder revelaban que no era un hombre común. Por eso, la encarnación no es solo un hecho histórico, sino una prueba viviente de la deidad de Cristo.
Implicaciones prácticas para nuestra fe
Si Jesús es Dios, entonces merece nuestra adoración total. No podemos reducirlo a un buen maestro o a un líder religioso entre muchos. Aceptar su divinidad significa rendirle nuestra vida y reconocer su señorío en cada área. Significa obedecer su Palabra como autoridad suprema, pues no son consejos humanos, sino mandatos divinos.
Además, la certeza de que Jesús es Dios fortalece nuestra fe en la salvación. Solo Dios puede perdonar pecados, y en la cruz Jesús lo hizo de manera completa y perfecta. No necesitamos intermediarios humanos porque el mismo Dios se ofreció como sacrificio para redimirnos. Esta verdad nos llena de confianza y esperanza en medio de cualquier circunstancia.
Conclusión
El evangelio de Juan comienza con una de las declaraciones más profundas de toda la Biblia: Jesús es el Verbo eterno, Creador, fuente de vida y revelación plena de Dios. A lo largo del capítulo se nos confirma que Él no es un simple mensajero, sino Dios encarnado. Esta verdad debe ser el fundamento de nuestra fe y la razón principal de nuestra adoración.
En un mundo lleno de confusión y doctrinas erróneas, aferrarnos a la enseñanza bíblica sobre la deidad de Cristo nos protege y nos guía hacia la verdad. Que cada día podamos proclamar con firmeza que Jesús es Dios, nuestro Salvador y Señor, y vivir en consecuencia, honrando su nombre en todo lo que hacemos.