A veces sentimos que estamos solos, desamparados, sentimos que Dios no está a nuestro lado, pero no es así, porque Él siempre nos cubre y nos libra de nuestros adversarios.
El salmista David tenía momentos difíciles, se sentía solo, que no tenía ayuda, a veces le llegaban dudas de si Dios le acompañaba, por eso él hacía estas súplicas, pidiéndole al Señor que no se apartara de él.
Mas tú, Jehová, no te alejes;
Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.
Salmos 22:19
Dios nunca dejó a este humilde hombre solo, al que fue elegido para ser rey de Israel, pero llegaban momentos en los cuales el salmista David fallaba ante la presencia de Dios, por eso él tenía miedo de que Dios le dejara solo, porque él sabía que lo había hecho mal.
Es notable ver la expresión de David, pidiéndole a Dios que le socorriera, porque Él era su fortaleza, ¿quién más podía venir en su socorro sino Dios? Por eso él no quería que Dios lo dejara solo, sino que caminara con él.
Libra de la espada mi alma,
Del poder del perro mi vida.
Salmos 22:20
Nuestra total confianza debe estar depositada en el Señor, así como este hombre, que pedía a Dios que no se apartara de él, pues en medio de su angustia pedía a Dios que fuera su fortaleza y su socorro.
Por eso es bueno que cada día pidamos a Dios, así como este hombre, que se humillaba delante de Dios y hacía súplica para que el Señor, no le abandonara, porque él sabía que sin Dios no podía hacer nada, cualquier batalla la podía perder, porque Dios es Dios de los ejércitos que no ha perdido una batalla.
Sálvame de la boca del león,
Y líbrame de los cuernos de los búfalos.
Salmos 22:21
Dios siempre debe ser nuestra confianza, porque en otro no podemos confiar, el hombre tiende a fallar, pero Dios no. Él es fiel y pelea nuestras batallas, así como dice el salmista David, «líbrame del león y de los cuernos del búfalo.» Dios es fuerte y valiente, Él es fiel y no se apartará de nosotros porque su amor y su grande misericordia están sobre nosotros.