Dios conoce los pensamientos de los hombres

Es bueno que cada día tengamos cuidado de lo que decimos e incluso de hasta lo que pensamos. Dios siempre está presente y solo Él conoce nuestros pensamientos, por eso es bueno que día tras día pidamos a Dios que nuestros pensamientos sean guardados.

Si nuestras miradas y pensamientos están puestos en las manos de Dios, entonces es muy difícil que se desvíen del camino correcto del Señor, y esto es debido a que todo lo pusimos en las manos de Dios.

Jehová conoce los pensamientos de los hombres,
Que son vanidad.

Salmos 94:11

Para el hombre con mentalidad débil es muy fácil desviarse del camino correcto que conduce a Dios, y tiende a ser engañado con facilidad. Por eso es bueno que nuestras mentes, almas y espíritu estén sujetos en el Señor pidiéndole cada día que nos ayude a que nuestras mentes sean fortalecidas y guardadas de todo el mal.

La mejor forma de guardar nuestras mentes del mal es siguiendo los caminos de Dios como lo dice su Palabra, porque si lo hacemos así todo saldrá bien en el nombre del Señor Jesucristo.

Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges,
Y en tu ley lo instruyes,

Para hacerle descansar en los días de aflicción,
En tanto que para el impío se cava el hoyo.

Salmos 94:12-13

Si Dios te corrige es porque te ama, Él es bondadoso y misericordioso, por eso Él dejó su Palabra para que por medio de ella podamos aprender cada día de nuestras vidas.

Nosotros que somos del Señor y que llevamos su Palabra en nuestros corazones, que por medio de Él hemos aprendido lo bueno, que aún estando en aflicción Él nos hace descansar. Pero todo aquel que es desobediente tendrá su momento donde sus propios pies lo harán caer en el hoyo, porque sólo mira las cosas terrenales.

Porque no abandonará Jehová a su pueblo,
Ni desamparará su heredad,

Salmos 94:14

Dios es el que tiene el control de todas las cosas, solo en Él debemos creer, porque es Él que conoce nuestros pensamientos. Sigamos creyendo, confiando en que el Señor nos ayudará cada día, porque Él no abandonará sus hijos, sino que los bendecirá.

La mente es el campo de batalla donde el enemigo intenta sembrar dudas, temores y pensamientos que nos alejan de la voluntad de Dios. Por eso el apóstol Pablo exhorta a llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. No se trata únicamente de controlar lo que decimos, sino también lo que permitimos que habite en nuestra mente. Un pensamiento negativo o pecaminoso, si no es detenido a tiempo, puede convertirse en palabra, y la palabra en acción. De ahí la importancia de mantener nuestra mente alineada con los principios de la Palabra de Dios.

Cuando el salmista declara que los pensamientos de los hombres son vanidad, nos recuerda lo frágiles que somos por naturaleza. El ser humano puede llenarse de orgullo creyendo que lo sabe todo, pero ante Dios nada de eso tiene valor. Solo lo que procede de Él permanece. Por eso debemos buscar que nuestra mente esté llena de su verdad, y la mejor manera de lograrlo es meditando en las Escrituras, orando sin cesar y cultivando una relación cercana con nuestro Creador.

La corrección de Dios, aunque en ocasiones nos incomoda, es un acto de amor. Él no permite que sigamos caminando por un sendero que nos lleva a la destrucción, sino que usa su Palabra, el consejo de hermanos en la fe y aun las circunstancias difíciles para moldearnos. Este proceso nos da descanso en los días de aflicción, porque entendemos que nada ocurre por casualidad, sino que todo tiene un propósito dentro de su plan eterno.

El impío, en cambio, cava su propio hoyo al vivir desconectado de Dios. Su mente está enfocada en lo terrenal y pasajero, y aunque pueda tener éxito momentáneo, tarde o temprano sus propios caminos lo llevan a la ruina. En contraste, aquel que confía en el Señor recibe promesas de bendición, fortaleza y descanso, incluso en medio de pruebas. Esta diferencia debe animarnos a perseverar en la fe y a no desmayar en nuestra búsqueda constante de la presencia de Dios.

Confiar en que Jehová no abandona a su pueblo es un motivo de esperanza y gozo. Él nunca deja sola a su heredad, sino que la cuida con amor eterno. En los momentos en que pensamos que no podemos más, Dios renueva nuestras fuerzas. Su fidelidad nos sostiene, sus pensamientos son más altos que los nuestros y su plan siempre es perfecto. Por eso, cada día debemos rendir nuestra mente y corazón a Él, seguros de que cuidará de nosotros y nos guiará por sendas de justicia.

Conclusión: Guardar nuestros pensamientos bajo la guía de Dios es vital para vivir una vida de victoria espiritual. Aunque nuestras mentes son frágiles y propensas a la vanidad, Dios nos ofrece su Palabra como guía y su Espíritu como fortaleza. Si ponemos cada pensamiento en sus manos, si aceptamos su corrección con humildad y confiamos en su fidelidad, podremos vivir en paz y con esperanza, sabiendo que nunca nos dejará ni nos desamparará.

Este pueblo de labios me honra
La vida que agrada a Dios